Nadöb
- Autodenominación
- ¿Donde están? ¿Cuántos son?
- AM 483 (Siasi/Sesai, 2014)
- Familia linguística
- Makú
Ya se volvió moneda corriente entre los locales y en la literatura etnográfica sobre el Noroeste Amazónico, la distinción entre los llamados “indios de río”, de habla Tukano y Arawak, y los “indios de manigua” (bosque espeso), de habla Makú. Mientras los primeros son agricultores que fijan sus aldeas en las márgenes de los ríos navegables, los Makú rondan entre los espigones de agua y se establecen temporalmente donde encuentran condiciones ecológicas favorables para la caza, a la vez que adecuadas al modo como ellos acostumbran resolver sus conflictos: “cuando la gente no se entiende, se esparce en la manigua y se queda allá hasta que se le pase la rabia”.
Nombre
No hay una autodenominación común adoptada por el propio conjunto de los Makú. La verdad, ellos se dividen en seis (6) grupos distintos, cada cual con su propio territorio, lengua y autodenominación:
Autodenominación | Otros nombres | Localización (léase “entre los ríos”) |
Nukak | Maku | Guaviare y Inírida, en Colombia |
Bara, Kakwa | Maku, Pohsá, Boroa, Wirapoyá | Vaupés y Papuri, en Colombia |
Hupda | Maku, Pohsá, Peoná, Wirapoyá | Papuri y Tiquiê, en el Brasil y Colombia |
Yuhupde | Maku, Pohsá, Peoná, Wirapoyá | Tiquiê y Traíra, en el Brasil y Colômbia |
Dow | Maku, Kamã | Curicuriari y Negro, en el Brasil |
Nadöb, Kabori | Maku, Guariba Tapuya, Xiruai | Negro y Japurá, en el Brasil |
N.B.: Entre las autodenominaciones alternativas, preferimos las que están en negrilla
Con excepción de los Bara, quienes usan más el término bara (“irara”) que kakwa (“gente”) como autodenominación, y también de los Kabori, cuyo subgrupo Nadub se autodenomina Kabori (“niños”), todos los demás Makú usan como autodenominación el término “gente” en sus respectivas lenguas. El término makú, de origen Arawak, significa “siervo”, “salvaje”, y como consecuencia de la obvia connotación peyorativa, es rechazado por el conjunto de los Makú.
Mantenemos aquí el término makú, porque se consagro en la literatura etnográfica y porque no hay otro que designe el conjunto de esos indios. En cuanto a los nombres Boroa y Pohsá, estos significan “siervos” en las lenguas Dahséa y Cubeo respectivamente, ambas de la familia Tukano. El término Peoná, también de origen Tukano, significa “dueños de los caminos”, aludiendo al hecho de que los Makú no viajan en canoa como todos los demás indios de la región, sino que transitan a pie por los caminos. El término Wirapoyá, empleado por los Desana (subgrupo Tukano) para designar a los Makú de su vecindad, significa “Desana estropeado”. Ignoramos el origen del término kamã, cuya connotación también es peyorativa. El término guariba es aplicado por los indígenas locales a los Nadub, en alusión a la creencia de que éstos estarían emparentados con el mono homónimo. El término Xiruai, “cuñado” en lengua Nheengatú, es la forma amistosa mediante la cual los mismos indios locales se refieren a los Nadub.
Debido a la influencia del movimiento indígena en la región del Río Negro, desde mediados de los años ochenta, los nombres peyorativos Boroa, Pohsá, Wirapoyá, Kamã, Guariba y hasta el Makú, están cayendo en desuso, pero hasta ahora no ha surgido un nombre alternativo genérico y neutro.
Lengua
Las seis lenguas Makú están emparentadas entre sí, formando lo que se puede llamar la familia lingüística Makú. Hasta donde se sabe, esa familia no tiene nada que ver con las familias Tukano o Arawak, exceptuando algunos evidentes y pocos prestamos lingüísticos.
Prácticamente, todos los Makú son hablantes de sus propias lenguas. Debido a la proximidad con los Tukano, los Makú del área del Vaupés (Bara, Hupda y Yuhupde) hablan lenguas Tukano, mostrando así el multilingüismo característico de la región. Por otro lado, los Tukano han sido una especie de barrera contra la aculturación para los Makú del Vaupés, ya que actúan como intermediarios en el contacto con los blancos, de modo que a penas cerca del veinte por ciento (20%) de esos Makú, saben expresarse en portugués o español.
Los Nukak, quienes fueron contactados muy recientemente (1988), poco hablan español o cualquier otra lengua que no sea la de ellos. En relación con los Dow y los Nadöb, de contacto antiguo (siglo XVIII) y sin “barrera Tukano” en la vecindad, la gran mayoría de ellos se expresa bien en portugués y en Nheengatú (lengua Geral o tupí amazónico, hablado mayoritariamente por la población ribereña del medio y el bajo Río Negro, que son descendientes de los Baré y que vienen proclamándose indios en la medida en que el movimiento indígena avanza en la región).
Las lenguas Makú han sido estudiadas en diversos grados. Bara (Kakwa), Hupda, Yuhupde y Nadöd, merecieron estudios preliminares, los cuales fueron efectuados por los misioneros del SIL, mientras que el Dow, fue estudiado por los misioneros de la ALEM. Sin embargo, ninguno de esos estudios fueron instrumentos eficaces para el desarrollo de la educación bilingüe. Una demanda cada vez mas hecha por los Makú, en justa reacción a la hegemonía de la lengua Dahséa (Tukano) en las escuelas locales, mantenidas por el municipio y coordinadas por los misioneros católicos salesianos.
Localización
Los Makú se distribuyen en un área que limita al noroeste con el río Guaviare (uno de los afluentes colombianos del Orinoco), al norte con el Río Negro, al sur con el río Japurá, y al sudeste con el río Uneiuxi (uno de los afluentes brasileros del río Negro). Este rombo suma un total aproximado de veinte (20) millones de hectáreas. Evidentemente, no todo es ocupado por los indios.
La alta dispersión espacial de los seis (6) grupos lingüísticos Makú dentro de ese vasto perímetro, se debe a la predominancia de enormes áreas de catinga o “campinarana”, un tipo de bosque no ribereño, de suelo extremadamente pobre, poca variabilidad vegetal y baja concentración de animales de caza. Los Makú ocupan justamente las “manchas” de bosque de tierra firme, donde la caza es mas abundante y la vegetación mas rica en especies utilizables en la alimentación o en la confección de artefactos. La ocupación humana del área en tiempos pre-colombinos se dio probablemente en dos oleadas: primero, los Makú se establecieron en las zonas interfluviales, en las “manchas” de tierra firme; seguidamente vinieron los Arawak y los Tukano, quienes se establecieron en los altos barrancos de los ríos, en medio al igapó (terreno ribereño bajo, inundable periódicamente durante las lluvias entre abril y septiembre). El contacto ya bastante antiguo entre esos pueblos de origen y lenguas diversas, donde cada cual ocupaba porciones de tierra ecológicamente distintas, resultó en un complejo sistema de intercambios comerciales y simbólicos, de los que se hablará mas adelante.
En el lado brasilero, recientemente fueron homologadas cinco (5) tierras indígenas: Alto Río Negro, Medio Río Negro I, Medio Río Negro II, Río Téa y Río Apaporis, sumando un total de diez millones seiscientas mil (10.6) hectáreas de tierra continuas y contiguas. Los grupos Makú brasileros, esto es, los Hupda, los Yuhupde, los Dow y los Nadöb, se distribuyen en los terrenos interfluviales de todas esas áreas, con excepción del Medio Río Negro II. Las descripciones que siguen a continuación, se refieren sobretodo a los Makú del Vaupés (Bara, Hupda y Yuhupde) y se basan en las etnografías de Silverwood-Cope (1990), Reid (1979) y Pozzobon (1984, 1992). Sobre los Makú del Uneiuxi y de Paraná Boá-Boá, véase Schultz (1959), Münzel (1969) y Pozzobon (1998).
Demografía
Los cerca de tres mil (3.000) Makú se distribuyen en un vasto territorio binacional, de modo que es bastante difícil estimar los parámetros demográficos de la población como un todo. Sin embargo, debido al carácter interfluvial de su hábitat, poco accesible a los frentes pioneros portugueses, a los misioneros y a los investigadores, puede decirse que las estimativas anteriormente presentadas, las cuales varían de dos mil (2.000) a dos mil quinientos (2.500), son muy precarias y poco confiables, de modo que no sirven para estimar la dinámica poblacional.
Los estudios que todavía están en curso, sobre las variables demográficas en un determinado grupo Makú, los Hupdu, permiten afirmar provisoriamente que se trata de una población estable, que no ha aumentado ni disminuido significativamente en los últimos decenios (Pozzobon, 1998). Por otro lado, eventuales intercambios matrimoniales con grupos circunvecinos, son numéricamente inexpresivos, debido al bajo estatus de los Makú en el sistema intertribal de la región.
Autodenominación | Población | Año | Fuente |
Nukak | 378 | 1995 | Franky et al. (1995) |
Bara, Kakwa | 300 | 1969 | Silverwood-Cope (1990) |
Hupda | 1500 | 1997 | Pozzobon (1997b) |
Yuhupde | 370 | 1997 | Pozzobon (1997c) |
Dow | 78 | 1994 | Oliveira, Meira and Pozzobon (1994) |
Nadöb, Kabori | cerca de 600 | 1995 | ISA (1996) |
Total | cerca de 3226 |
Historia del contacto
La pobreza de la catinga o “campinarana” dominante, sumada a la cantidad de cascadas que tienen los ríos del área, fueron algunos de los obstáculos a la expansión de los frentes pioneros portuguesas y españoles. Frentes que ya en el siglo XVII disputaban la región, mediante el establecimiento de destacamentos militares en algunos puntos del río Negro, de donde los nativos presos eran “descendidos” hacia los centros urbanos emergentes (Barcelos, Manaos y Belén).
A partir del siglo XVIII, se intensificaron los “descensos”, de modo que incluso los Makú, tuvieron algunos de sus miembros capturados como esclavos. Pero el análisis de los documentos coloniales permite afirmar que entre los indígenas de la región, los Makú fueron los menos afectados por los “descensos” o por las violencias derivadas del ciclo del caucho al final del siglo siguiente. Además, el periodo del caucho fue posiblemente uno de los motivos de adopción de prácticas agrícolas por parte de los Makú: refugiándose en los terrenos interfluviales para escapar de la captura practicada por los caucheros, los Tukano pasaron a convivir mas intensamente con los Makú, enseñándoles la agricultura de yuca, así como una serie de temas de la cultura material y espiritual, de la cual hablaremos mas adelante.
En 1914, en pleno periodo de estancamiento económico derivado del debacle del caucho, entran en escena los misioneros salesianos, una orden católica interesada en la educación. Ellos obtuvieron la adhesión de todos los indios ribereños del lado brasilero, pero encontraron mucha resistencia por parte de los Makú, quienes se rehusaban a enviar a sus hijos a los internados en los centros misioneros. Durante los años setenta, los salesianos probaron algunas experiencias de poblados-misión exclusivamente Makú.
Por otra parte, la extracción aurífera, que se desarrolló en la región entre mediados de la década de los ochenta e inicios de los años noventa (época en que el movimiento indígena logró expulsar a los invasores mineros con el apoyo del Ministerio Público y la fuerza de la Policía Federal), poco afectó a los Makú, ya que ese tipo de minería era practicado la mayoría de las veces en terreno ribereño. La única zona de extracción aurífera de tierra firme, que se ubicaba en el extremo sur de la Tierra Indígena Alto Río Negro, fue abandonada en 1986 por la empresa minera Paranapanema, debido a la baja productividad. Además, con la intensificación del movimiento indígena a inicios de los años noventa, el oro paso a ser explotado exclusivamente por los indios.
Organización social
Los pequeños poblados tradicionales Makú, albergan una población que varía entre los veinticinco (25) y treinta (30) habitantes –cerca de seis grupos domésticos-. El grupo doméstico Makú se compone de marido, esposa o esposas, hijos solteros y eventuales agregados, que pueden ser parientes próximos, viudos o solteros de parte del marido o de la esposa o esposas. En general, cada grupo doméstico posee su propia hoguera, en torno a la cual sus miembros se reúnen para dormir y comer. En relación con las casas, éstas se limitan a ser chozas sin paredes, que puede abrigar entre uno y cuatro grupos domésticos (hogueras) conectados por lazos próximos de parentesco, los cuales pueden ser tanto patrilineales como matrilineales.
Una aldea de veinticinco (25) habitantes usualmente tiene cerca de tres (3) casas. Estas se sitúan en un claro, en la cima de una colina, cerca de algún igarapé no navegable (estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad, y por ubicarse selva adentro). Las chagras se distribuyen en torno a las casas o en los claros mas próximos (que quedan entre cinco y sesenta minutos caminando), que vienen a ser terrenos donde se establecieron alguna vez antiguas comunidades. Cada grupo domestico posee una media de dos chagras de cincuenta por cincuenta (50 x 50), siempre ubicadas en claros comunales.
Un aglomerado de aldeas próximas, que distan entre si de una hora a un día de caminata, forman un grupo regional. Por lo general, los grupos regionales hablan cada cual un dialecto distinto de la misma lengua. Así, cada grupo lingüístico Makú se divide mínimo en dos grupos regionales/dialectales. Los Hupdu, por ejemplo, poseen tres grupos regionales (tres dialectos), separados entre si por cursos de agua navegables, cuyas márgenes son ocupadas por “indios de río”.
Los miembros adultos de un mismo grupo regional/dialectal, se conocen todos por el nombre, así como por las relaciones de parentesco que los unen. Ya el conocimiento que poseen de los hablantes de dialectos vecinos, con los cuales no tienen relaciones genealógicas demostrables, es bastante precario. En otras palabras, el grupo regional/dialectal es un nexo fuertemente endogámico. La tasa media de matrimonios endogámicos -entre personas nacidas en el mismo grupo regional- es del ochenta por ciento (80%); y el tamaño medio del grupo regional en el área del Vaupés brasilero es de doscientas sesenta (260) personas –aproximadamente diez aldeas vecinas.
El territorio del grupo regional/dialectal resulta de la yuxtaposición de varios territorios contiguos de caza, cada uno de los cuales está en torno a una aldea. Como efecto de ello, los hombres de una aldea de veinticinco (25) a treinta (30) habitantes, acostumbran cazar en un radio de siete (7) a diez (10) kilómetros en torno a la aldea. A partir de ella, emanan una serie de caminos, algunos de los cuales conectan entre sí aldeas Makú, otros de los cuales conducen a comunidades ribereñas, y otros mas llevan a los campamentos o barracas de caza. Cada aldea posee una media de ocho (8) campamentos de caza en el radio de siete (7) a diez (10) kilómetros de su entorno.
Cuando la aldea supera los treinta (30) o cuarenta (40) habitantes, se escinde en dos o mas aldeas, ya que en una aldea grande los cazadores son obligados a alejarse mas de diez kilómetros (10 Km.) para encontrar caza suficiente. La larga permanencia de una aldea en un determinado lugar (cerca de cinco años), también es motivo de mudanza, para trasladar el radio de acción de los cazadores y explorar así nuevos territorios.
Cotidianidad de una aldea Makú
Las mujeres se levantan cuando comienza a clarear el día, se bañan y preparan el desayuno comunal de los hombres, el cual se realiza la mayoría de las veces en la casa del líder de la aldea. Después de esa comida, los hombres parten solitarios, en parejas o en grupos mayores, dependiendo de los rastros vistos en el día anterior (cerdos salvajes son por ejemplo buenas presas para cazas colectivas). Después de que ellos parten, las mujeres comen junto a sus hijos y pronto se van para las chagras a coger yuca y a replantar. Ellas vuelven cerca del medio día y preparan fariña, mingao y casabe.
A eso de las tres de la tarde, los hombres retornan con sus presas y las entregan a las esposas. Cada una cocina un su propia hoguera, pero la comida que sigue es comunal y se realiza en la casa del líder. Los hombres comen primero, siendo rápidamente seguidos por las mujeres y los niños. Después de esa comida, las tres o cuatro comidas que siguen hasta la hora de dormir (cerca de las nueve de la noche), asumen un carácter cada vez mas doméstico e individual.
En la cotidianidad, las actividades masculinas tienen un ritmo mas relajado, el cual es caracterizado por tener varios y largos periodos de descanso en la hamaca, mientras que las mujeres trabajan duro en la chagra, en la preparación de las comidas y en la recolección de leña. Sin embargo, las mujeres no dejan de quejarse de la pereza de los hombres. Ellos, por su parte, a veces pelean entre si, acusándose mutuamente de mezquindad por no distribuir generosamente los resultados de la cacería cotidiana. Cuando la situación alcanza el paroxismo, los grupos domésticos se separan en varios campamentos de caza, y allí se quedan desde dos días hasta un mes (si se suman todas las estadías de un grupo doméstico en los campamentos durante el año, se tiene una media de cuatro meses por grupo domestico en el año). Posterior a ello, se invierten los papeles: mientras los hombres pasan hasta doce horas cazando ininterrumpidamente, las mujeres descansan en las hamacas, y todos comen juntos, cazadores, esposas e hijos.
En los campamentos, los hombres tardaran pocos días para haber cazado mucho mas de lo que los grupos domésticos son capaces de consumir. Por lo que pueden decidir volver a la aldea de origen para realizar una fiesta, con la cual se mitigan antiguas peleas o se provocan nuevas. La decisión también puede ser intercambiar el excedente de caza por fariña, ipadu (mambe –hoja de coca macerada) o casabe, ofrecidos por los indios ribereños. En este último caso, algunos grupos domésticos pueden decidir quedarse un tiempo (de unos pocos días hasta un mes), en la comunidad ribereña, trabajando en las chagras y en la construcción de nuevas casas.
La relación entre los Makú del Vaupés y sus vecinos ribereños de habla Tukano, es bastante jerarquizada: los primeros son tenidos como “esclavos” de los últimos. Sin embargo, esto es mas una ideología étnica que una práctica social efectiva. Los Makú son libres para ir y venir, estableciendo (o rompiendo) relaciones de “esclavitud” con varias comunidades ribereñas al mismo tiempo. Por otro lado, esas relaciones les convienen a los Makú para preservar un poco más sus propias chagras, que en general son ochenta por ciento (80%) menos productivas que las chagras ribereñas, e incapaces de satisfacer la demanda de los propios Makú. La verdad, los Makú aceptaron ser “esclavos” debido a las evidentes ventajas que eso les trae: ellos tienen acceso a los productos cultivados sin tener que cargar con las consecuencias del sedentarismo necesario para una productividad agrícola semejante a la de los Tukano (cerca de diez toneladas de tubérculos por grupo domestico al año, mientras que los Makú no llegan a tres toneladas).
Organización política
La movilidad es muy importante para los Maku, dado que su forma habitual de resolver los conflictos es la dispersión en el espacio. No hay líderes o consejos “tribales” que arbitren los malos entendidos o riñas frecuentes entre los habitantes de una aldea. El líder de la aldea no pasa de ser un anfitrión y coordinador de las cazas colectivas. Se trata en general de un hombre de mediana edad, todavía fuerte para cazar y con mucha experiencia en el asunto, en torno al cual se reúnen cinco o seis grupos domésticos cuyas cabezas son sus hijos o sus yernos. Él no tiene autoridad para juzgar quién esta en lo cierto o quien esta errado en una pelea. El líder que intenta hacerlo se expone a salir malparado en la lucha, o a presenciar la deserción irrevocable de una gran parte de sus seguidores. Así, la dispersión espacial temporaria es la única forma de evitar la desintegración definitiva de la aldea por causa de algún conflicto. Pero, dependiendo de la gravedad, la ruptura puede ser inevitable: algunos grupos domésticos no vuelven mas a la aldea de origen, estableciéndose en aldeas vecinas donde tienen parientes próximos, o fundando una nueva aldea.
Los grupos locales (aldeas) Makú muestran una composición bilateral: viven juntos tanto los hijos como los yernos del líder. El fundamento básico de la amistad masculina es la relación entre cuñados, esto es, hombres que intercambian hermanas. Sin embargo, el término “hermanas” debe ser entendido en un sentido amplio. El vocabulario de parentesco es de tipo dravidiano: se funda en la bipartición de los primos en “prohibidos” para el matrimonio (primos paralelos, esto es, hijos de hermanos del mismo sexo), y “preferenciales” para el matrimonio (primos cruzados, esto es, hijos de hermanos de sexos opuestos). Entre os Makú, el vocabulario dravidiano se asocia a un sistema de clanes patrilineales exogámicos. Hay consistencia entre el vocabulario y la clasificación de los clanes: así como los primos son bipartidos en “hermanos” (los paralelos) y “cuñados” (los cruzados), los clanes son clasificados en clanes “hermanos” y clanes “cuñados”, de modo que el universo de los parientes es bipartido, tanto desde el punto de vista del vocabulario, como desde el punto de vista del sistema de clanes. De este modo, son amigos (co-residentes, compañeros de cacería) los hombres que intercambian entre si hermanas reales o clasificatorias. Los grupos locales (aldeas) mas estables son los que muestran esta composición: un grupo compuesto de cuñados reunidos en torno a un hombre de mediana edad, el cual es suegro de unos y padre de otros. Esto significa reunir en el mismo grupo local, mínimo dos clanes afines.
No hay facciones, grupos etáreos corporativos o consejos de ancianos entre los Makú. Ellos clasifican a la personas conforme a tres grupos etáreos principales (en lengua Hupdu): los dowdu (verdes = niños), los wudndu (maduros = adultos), y los wuhudndu (secos = viejos). Los líderes de la aldea están en una subclase intermedia entre los wudndu y los wuhudndu. Estos últimos, además de desempeñar casi invariablemente la función de chaman, son también quienes ponen los nombres. Para nombrar un niño, el viejo emprende un viaje (por medio de alucinógenos del género banisteriopsis) hasta el mundo de los ancestros, y cuando llega allá, consulta a éstos sobre el nombre del niño. Cada clan posee un repertorio de nombres, de modo que el nombre propio da la identidad clanica de la persona, así como su estatus matrimonial (si es hermano o si es cuñado) en relación con los demás.
Arte, cultura material y juegos
En comparación con los vecinos Tukano y los Arawak, los Makú poseen una cultura material rudimentaria: canoas, bancos rituales, recipiente de cerámica, pintura corporal y flautas sagradas de iniciación masculina, que son ítems copiados de los vecinos. Los ítems de origen Makú parecen ser el aturá (cesto de carga bastante resistente) y la cerbatana. Ésta última además, es un instrumento de concurridos torneos de tiro al blanco, principalmente entre los Nadöb.
Otros juegos apreciados por los Makú son el trompo silbador hecho de coquitos de palma y también de pachúa, la caza de palomos a pedradas y ciertas travesuras con animales: un hombre que descansa en la hamaca, mata el tiempo ofreciendo un pedazo de casabe a su ave mascota y a su perro de caza, para ver como el ave da dolorosos picotazos en el hocico del rival; asimismo los niños se divierten amarrando tizones prendidos a la cola de los perros, para verlos como salen despavoridos mientras la comunidad entera se muere de la risa. A eso se suman la simples bromas, e inclusive las comparaciones de penes y vulvas con abundantes metáforas que deshonran, además de los comentarios pesados sobre antiguos novios realizados en voz colectiva.
Cosmología y mitología
El universo Makú tiene la forma de una huevo parado con tres pisos o “mundos”: el primero es el “mundo de las sombras”, el mundo subterráneo de donde vienen todos los “monstruos” tales como los escorpiones, las onzas, las serpientes venenosas, los indios de río y los blancos; el segundo es “nuestro mundo”, el mundo de la selva; y el tercero es el “mundo de la luz”, que queda encima del cielo y es donde viven los ancestros y el creador -el Hijo del Hueso (posible alusión al pene, también conocido como hueso). Luz y sombra son las dos sustancias básicas que, en proporciones diversas, componen a todos los seres. La luz es fuente de vida y la sombra es fuente de muerte. En “nuesto mundo”, las hojas y las frutas son los seres que mas concentran luz, mientras que los animales carnívoros son los que mas concentran sombra. Por eso, es mejor no comer animales carnívoros sino solamente animales herbívoros. En el mundo de la luz, después de la muerte, las personas se alimentan de deliciosos jugos de frutas y se vuelven eternos adolescentes.
El principal ciclo mitológico de los Makú, relata la epopeya del Hijo del Hueso –“Idn Kamni” en lengua Bará, “Kegn Teh” en lengua Hupda y “Ku Teh” en lengua Yuhupde-. Se trata del sobreviviente de un incendio que puso fin a la creación anterior, cuyas tentativas de recrear el mundo resultan en una serie de embrollos: a causa de ellas, existen peleas, enfermedades y muerte. Después de tener su mujer raptada por el hermano menor, el Hijo del Hueso se retira definitivamente de este mundo, yéndose a vivir al mundo de la luz, encima del cielo y de los truenos, los cuales a veces emiten expresiones de desagravio. Coincidencia o no, en la vida real los hermanos acostumbran pelear entre sí en disputas por mujeres, sus afines, conforme al sistema de clanes.
Ritual y Chamanismo
Además de la “nominación” de los niños, otros dos rituales Makú utilizan alucinógenos del género banisteriopsis. Uno de ellos es el ritual de “Yurupari”, de origen ribereño, en el cual los niños son iniciados en la edad adulta. En este rito, que consiste en representar teatralmente la llegada de la Anaconda ancestral a los trechos de río actualmente ocupados por los Tukano, los hombres tocan las flautas sagradas, las cuales no pueden ser vistas por las mujeres. El otro rito es la danza y el cántico de “kaapi wayá”, también de origen ribereño, en el que el camino serpenteante de la Anaconda es escenificado, pero sin las flautas sagradas. Además de estos ritos está el Dabucuris, que igualmente viene de los indios de río.
El ritual de Dabucuris es una fiesta profana, divertida y llena de alcohol, que entre los Makú muchas veces termina en verdaderas batallas, empujones, golpes y griterías, cuya consecuencia, además de unos cuantos morados, suele ser la dispersión de los co-residentes en varios campamentos de caza, o en un estratégico cambio de aldea. En términos generales, en relación al chamanismo, puede decirse que todos los viejos Makú son Chamanes. Pero éstos son de dos tipos: “bididu” y “hombres-onza” (nyaam hupdu). Los primeros curan a través del rezo, y los últimos a través de la extracción del mal por medio de la succión.
Con frecuencia, el mismo individuo desempeña ambas funciones. En cualquiera de los dos casos, el chaman no inspira mucho temor entre sus pares, siendo mas bien uno de los blancos predilectos de las burlas. Pero a veces el chaman puede ser acusado de maleficios y enfermedades, ocasiones en que las personas que se sienten afectadas, cambian de aldea o “se meten entre la selva hasta que la rabia les pase”.
Nota sobre las fuentes
El etnólogo Peter Silverwood-Cope fue quien inauguró la investigación de campo intensiva sobre los Makú, mas específicamente sobre los Bara, permaneciendo entre ellos desde 1968 hasta 1970. Su tesis de doctorado, recientemente publicada en portugués (Silverwood-Cope, 1990), aborda diversos aspectos de la cultura Makú, tales como su base ecológico-económica, la organización sociopolítica, así como las concepciones mitológicas y cosmológicas.
En la década siguiente, Howard Reid (1979) se enfocó en la movilidad, el ciclo de desarrollo del individuo y el cambio cultural entre os Hupda. No obstante, no descuidó los aspectos etnográficos mas tradicionales como la etnografía de caza y recolección, la estructura de parentesco, los rituales y la mitología. A partir de los años ochenta, Pozzobon (1984, 1992), se dedicó al estudio de la organización social de los Makú, estableciendo un modelo socioestructural generalizable para los Bara, los Hupda y los Yuhupde, el cual se basa en las relaciones entre identidad étnica, endogamia regional/dialectal y demografía de las unidades sociales significativas. Se deben mencionar también los estudios de Athias (1995, 1998) sobre los Hupda sedentarizados en poblados-misión, en los cuales se enfatiza en los diversos aspectos de la ecología, la economía, de la organización social y la cosmología, y sobretodo en las concepciones conectadas a la salud y la enfermedad.
Sobre los Nukak, véanse los trabajos de Franky Calvo, Cabrera Becerra y Mahecha (1995, 199), así como los de Politis (1996), dedicados a aspectos lingüísticos, a la movilidad espacial, y a la etnografía general de ese pueblo. Finalmente, sobre los Nadöb hay trabajos de Schultz (1959), Münzel (1969) y Pozzobon (1998) que, aunque no resulten de etnografías intensivas, ofrecen información sobre esa fracción poco conocida del pueblo Makú.
Fuentes de información
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- ASSIS, Lenita de Paula Souza. Do caxiri a cachaça : mudanças nos hábitos de beber do povo Daw no Alto Rio Negro. São Gabriel da Cachoeira : UFAM, 2001. 86 p. (Monografia)
- ATHIAS, Renato. Doenças e cura : sistema médico e representação entre os Hupde-Maku da região do Rio Negro, Amazonas. Horizontes Antropológicos, Porto Alegre : UFRGS, v. 4, n. 9, 1998.
. Hupdë-Maku et Tukano : relations inégales entre deux sociétés du Uaupés, amazonien (Brésil). Paris : Univ. de Paris X, 1995. (Tese de Doutorado)
. Doença e cura : sistema médico e representação entre os Hupdë-Maku da região do Rio Negro, Amazonas. Horizontes Antropológicos, Porto Alegre : UFRGS, v. 4, n. 9, 1998.
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- CABRERA BECERRA, Gabriel. Gentes con cerbatana, canasto y sin canoa. Nomadas, s.l. : s.ed., n. 10, p. 144-55, 1999.
- CABRERA BECERRA, Gabriel; FRANKY CALVO, Carlos Eduardo; MAHECHA RUBIO, Dany. Algunos aspectos fonetico-fonologicos del idioma Nukak. In: GONZALES DI PEREZ, Mário S. (Ed.). Lenguas indígenas de Colombia. Bogotá : Instituto Caro y Cuervo, 2000. p. 547-60.
. Aportes a la etnografia de los Nukak y su lengua : aspectos sobre fonologia segmental. Santafé de Bogotá : Univ. Nacional de Colombia, 1994. 584 p. (Trabajo de Grado en Antropologia)
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