De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Michel Pellanders, 1996

Guajá

Autodenominación
Awa
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MA 520 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Tupi-Guarani

Los Guajá, que viven en la pre-amazónica brasileña, constituyen uno de los últimos pueblos cazadores y recolectores en el Brasil. Además de los agrupados en las aldeas por la Fundación Nacional del Indio (Fundação Nacional do Índio-Funai), un cierto número de Guajá viven en la selva, sin contacto permanente con la sociedad regional.

(Apartado actualizado en abril de 2005).

 

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Nombre y lengua

Foto: Michel Pellanders, 1996.
Foto: Michel Pellanders, 1996.

Los Guajá se autodenominan Awá, término que significa “hombre”, “persona” o “gente”, Los orígenes de este pueblo son oscuros, sin embargo se cree que sea originario del sector inferior del río Tocantins, en el estado de Pará. Formaban, probablemente, junto a los pueblos Ka’apor, Tembé y Guajajara (Tenetehara), un conjunto mayor perteneciente a la familia lingüística Tupí-Guaraní en aquella región (Gomes 1988, 1989 & 1991; Balée 1994).

En la medida en que la expansión colonial fue ejerciendo presión sobre estos grupos indígenas, se produjo una dispersión en los mismos. Se cree que, a partir del conflicto denominado Cabanagem, ocurrido entre 1835 y 1840, este conjunto poblacional inició una migración hacia el este, dirigiéndose hacia la región de Maranhão. Es probable que hacia 1950, todos los Guajá residiesen en ese estado, en el área este del río Gurupi (Gomes 1989 & 1991).

Localización

Los Guajá en contacto permanente residen en el noroeste del estado de Maranhão, en las Tierras Indígenas Alto Turiaçu y de Caru. Desde 1982 se intentó establecer un área nueva destinada a los Guajá: la TI Awá. La creación de esta reserva, en 2005, unió la TI Caru con la TI Turiaçu, estableciendo de esta forma un área continua, hipotéticamente menos sujeta a las posibles invasiones. Además de proporcionar más seguridad, esta fusión proporciona a los Guajá un área mayor para continuar con sus actividades de subsistencia. Estas tierras sirven inclusive como un territorio propio, dado que la TI Caru y la TI Alto Turiaçu son compartidas con las etnias Ka´apor, Timbira y Guajajara.

Se cree que algunos grupos Guajá, que no están en contacto, residían en esta área, de tal manera su demarcación les proporciona una mayor protección. Ciertos sectores del área en cuestión ya se encuentran degradados, además de que existen caminos cortando el terreno aludido. Sin embargo, fue de suma importancia la demarcación y homologación de esta reserva para garantizarles un futuro más seguro a los Guajá. La demora en finalizar el proceso demarcatorio del área se debió, principalmente, a la presión de los grandes intereses políticos y económicos presentes en la región.

En la TI Araribóia, hacia el sur de las TI Alto Turiaçu y Caru, fueron avistados otros grupos Guajá por integrantes de la etnia Guajajara. Se cree, asimismo, que existen otros Guajá dentro de la Reserva Biológica Gurupi, adyacente a la TI Caru, hacia el oeste. Dentro de las mismas TI Alto Turiaçu y Caru fueron observados más grupos apartados así como campamentos abandonados, todos estos datos provinieron de los indios Ka´apor e dos Guajá contactados.

Existen también informaciones sobre grupos más distantes que se mueven a través de una serie de sierras y mesetas que unen los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí, Goiás, Bahia y Minas Gerais. Este eje, inclusive, les ha servido a los Guajá como un refugio natural y condujo a algunos de estos individuos hasta Bahia y Minas Gerais, El traslado por todas estas extensiones demuestra la capacidad de los Guajá para adaptarse a varios ecosistemas diferentes.

Demografía

Foto: Mércio Gomes, 1980.
Foto: Mércio Gomes, 1980.

El contacto no fue una experiencia positiva para los Guajá, quienes sufrieron un descenso poblacional significativo. En términos generales, los sitios arqueológicos demuestran que la transición hacia la agricultura trajo aparejadas algunas complicaciones en la medida en que los cazadores y recolectores se establecieron de modo más permanente, ya sea por cambios en la dieta o por las enfermedades contagiosas que fueron consecuencia de la falta de saneamiento y de la mayor concentración poblacional. En el caso de los Guajá, la aldea del Puesto Indígena Guajá, situada en la TI Alto Turiaçu, sufrió un gran impacto a causa del contacto. Realizado de manera desordenada, resultó en la disminución de la población de la aldea mencionada la que cristalizó en la reducción de los 91 individuos originales en 1976 a los 25 identificados en 1980. Esta comunidad se está recuperando lentamente y en la actualidad mantiene una población de aproximadamente 60 personas.

Una de las consecuencias de la pérdida demográfica acaecida entre los Guajá es la disparidad actual entre los sexos. Tanto en la aldea del PI Guajá como en la comunidad situada en las vecindades del PI Juriti, de la TI Caru, existe una proporción de dos hombres  para cada mujer en edad reproductiva. Con esta disparidad, se manifiesta actualmente un número expresivo de casamientos poliándricos, constituidos por una mujer casada con dos o más hombres, una solución similar a la encontrada por los Suruí de Tocantins con el objetivo e enfrentar el desequilibrio demográfico inmediatamente después del contacto. Esta disparidad fue aún más ostensible durante los primeros años del contacto, llegando a una proporción de tras hombres para cada mujer en estas dos comunidades. Por su parte, en las otras aldeas Guajá, en donde existe una estructura demográfica menos comprometida, los casamientos son monógamos, por lo general, aunque existen algunos casos de poliginia.

En la actualidad se contabilizan, aproximadamente, 326 Guajá (Funasa, 2004) situados en cuatro comunidades, establecidas en aldeas por la Funai, en la tI Alto Turiaçu (Puesto Indígena Guajá) y en la TI Caru (Puesto Indígenas Awá, Juriti y Tiracambu). No obstante, no se sabe exactamente el número de Guajá que aún no entraron en contacto aunque se estima que no excede el total de 30 sujetos. Anteriormente, las estimaciones referentes a su población eran aún mayores; sin embargo, se cree que estos cálculos habrían reflejado la intención de una mayor captación de recursos de la Funai por parte del Programa Guajá. Además, a medida en que el cerco alrededor de los Guajá se contrajo, otros grupos aislados fueron contactados y, los que continúan sin estar en contacto se vuelvan más vulnerables a las agresiones y enfermedades sin que se conozca su paradero.

Actividades de subsistencia

Mulher Guajá do Posto Indígena Guajá, TI Alto Turiaçu, ralando mandioca. Foto: Louis Carlos Forline, 1998.
Mulher Guajá do Posto Indígena Guajá, TI Alto Turiaçu, ralando mandioca. Foto: Louis Carlos Forline, 1998.

Los Guajá entraron en contacto permanente con la sociedad nacional brasileña a partir de 1973. Se especula que, hasta entonces, habrían tenido una vida nómade, subsistiendo de la caza de animales silvestres y de la recolección de productos de la selva. Posiblemente, los Guajá fueron, en el pasado, agricultores, hasta ser obligados a adoptar una vida nómade por la gran presión sufrida por los otros grupos numéricamente superiores y más fuertes. Bajo la guía de la Funai, los Guajá practican, en la actualidad, una agricultura itinerante, dedicándose a las actividades agrícolas semejantes a las practicadas en por os pueblos circunvecinos en sus reservas. Se adaptaron rápidamente a esta nueva estrategia de subsistencia, toda vez que la misma representaba otra opción en su gama de alimentos. Además, el asentamiento de los indígenas, ubicado en las cercanías de los puestos de la Funai se volvió atractivo dado que, si el contacto interétnico provocó, por un lado, la presencia de plagas y enfermedades, se reveló, por el otro, como una necesidad para enfrentar la necesidad de acceder a los medicamentos para su tratamiento. No obstante, la caza y la recolección no dejaron de contribuir de manera sustancial para mantener la vida de los Guajá y continúa siendo practicada entre ellos al trasladarse hacia áreas distantes de sus aldeas, rumbo a diferentes retiros de caza. Aunque la dieta de los Guajá consista más de calorías provenientes de sus productos agrícolas, ellos dedican más tiempo a sus actividades de subsistencia.

Existen una gran cantidad de cocales de palmeras de babaçu (Attalea speciosa, conocida también en la literatura como Orbignya martiana o O. phalerata) en el hábitat general de los Guajá. Su alta presencia en la región se debe, principalmente, al hecho de que esta palmera supera en demasía el proceso de desarrollo forestal, o sea, en claros previamente cultivados. El babaçu tiene múltiples usos para los Guajá, siendo que su fruto es muy aprovechado tano en los tiempos de penuria como en el suplemento de su dieta. Antes del contacto con la Funai, era común que los Guajá acampasen en las proximidades de estos cocales para recolectar sus frutos -cuyas almendras y corteza son ricos en aceites y proteínas- y practicar la caza.

Además de los productos de sus campos de cultivo, otro ítem que se agregó a la variedad de alimentos de los Guajá fue la pesca. Antes de establecer un contacto permanente, residían en las zonas cercanas a las cabeceras de los ríos, de modo que la pesca no rendía una gran cantidad de piezas. En la actualidad, están situados en los márgenes de los ríos principales del Maranhão (Pindaré, Caru e Turiaçu), lo que les permite una utilización más ventajosa de los recursos ribereños y lacustres.

Otro factor que transformó en atractiva la agricultura fue la posibilidad de evitar el hambre durante el período de escasez, coincidente con la estación lluviosa. Un estudio antropométrico, por ejemplo, reveló que una de las comunidades, situada en la TI Alto Turiaçu, presentó un tenor de grasa más elevado durante la estación lluviosa si se compara con el momento de la estación seca. Esto se debe a que los Guajá de la aldea aludida consumían harina de mandioca en cantidad junto con los frutos, ricos en proteínas, de palmera silvestre bacaba (Oenocarpus distichus). Por otro lado, los Guajá se pueden tornar menos activos durante la estación lluviosa, toda vez que ellos ahora cuentan con sus productos agrícolas. Además de mandioca, arroz, maíz, batata o papa dulce, cará (Dioscorea alata), banana, melón, porotos y zapallo o calabaza recogidos en sus campos de cultivo, los Guajá también tienen acceso a una cantidad de frutas como la manga, la banana, la naranja, el cacao y el maracuyá, entre otros, cultivados en los huertos de la Funai.

Organización social

Índios Guajá do Rio Turiaçu e membros da Frente de Atração. Foto: Vincent Carelli, 1980.
Índios Guajá do Rio Turiaçu e membros da Frente de Atração. Foto: Vincent Carelli, 1980.

A lo largo de sus vidas, tanto el hombre como la mujer pueden tener varios matrimonios sucesivos. No existe un tipo de casamiento preferencial, aunque algunos antropólogos creen que el sistema de parentesco entre los Guajá representa el modelo dravidiano, en donde el arreglo matrimonial preferido seria entre primos cruzados. No obstante, las observaciones subsecuentes revelan que no es este el tipo de organización social que los Guajá ostentan. Tal vez esta especulación se deba al hecho de que algunos términos referenciales del parentesco entre los Guajá parecen ser semejantes a los de los otros pueblos Tupí-Guaraní de la Amazonía Orienta, abarcando a los Ka´apor, los Tembé y a los Guajajara (Tenetehara), quienes, a su vez, conformaban con los Guajá un conjunto mayor, como se mencionó con anterioridad. Es, no obstante, bastante difícil reconstruir el parentesco distante de los Guajá, toda vez que estos indígenas se dispersaron y fueron reducidos a meros fragmentos de los que fuera su población original.

Antes del contacto con la Funai, se supone que los Guajá explotaban los bosques de Maranhão en grupos formados por entre cinco y treinta personas. Hubo indicios de que estuvieron en tierras extremadamente distantes de su hábitat original como es le caso de dos indios que fueron encontrados en los actuales estados de Bahía y de Minas Gerais, respectivamente. Uno de estos casos fue el tema de una noticia de la TV Cultura de Belém (estado de Pará). Se trata de un indio Guajá Karapiru, quien sufrió una emboscada organizada por los hacendados, acompañado por su familia en el estado de Maranhão, y fue obligado a huir en soledad hacia los bosques, en donde sobrevivió durante diez años hasta ser encontrado en los márgenes de una hacienda, en el estado de Bahia.

El frente de atracción de la Funai provocó que muchos grupos Guajá desconocidos fuesen relocalizados en aldeas, lo que posiblemente transformó la organización social entre ellos. El casamiento entre primos cruzados está permitido, aunque la reestructuración social de los Guajá favorezca, en forma preferencial, el casamiento entre personas de grupos no relacionados. En este sentido, tal vez, sea más apropiado comprender la práctica del casamiento actual entre los Guajá como una forma de “alianza” entre grupos que otrora exhibían una cierta tensión. En algunos casos, la misma Funai sirvió de intermediaria de casamientos entre personas de aldeas diferentes.

Además de lo mencionado, desde que las hostilidades entre los grupos Guajá y Ka’apor fueron apaciguadas por la Funai, en la década de 1970, la interacción entre estos pueblos ha sido de naturaleza más amistosa, tanto que existe, en la actualidad, un casamiento entre un hombre Guajá de la aldea del PI Guajá y una mujer Ka’apor, de la aldea Urutawy, ambas en la TI Alto Turiaçu. También bajo influencia de la Funai, otro indio Guajá tuvo dos casamientos con mujeres blancas oriundas de poblaciones circunvecinas de la TI Caru. En este último caso, el indio en cuestión alegaba tener “vergüenza” de ser indio y tener preferencias por mujeres no indígenas.

Religión

Foto: Márcio Gomes, 1981.
Foto: Márcio Gomes, 1981.

En la esfera religiosa de los Guajá, existe una participación complementaria entre el hombre y la mujer. Es lo que se pone en evidencia en la ceremonia denominada “viaje hacia el cielo” (ohó iwa-beh). Esta ceremonia se practica durante el período de estío en las noches de luna llena. Los hombres se preparan para embarcar en este viaje con la asistencia de sus mujeres que los adornan con el plumaje de las aves. Más tarde, los hombres bailan y cantan alrededor de una takaia (una variante de este término, tocaia, fue tomada de la lengua general, el tupí, por el portugués para significar la construcción de elementos ara emboscar y otras finalidades), construida en la parte descampada de la aldea.

Ellos entran individualmente en la takaia, en cuyo interior continúan cantando hasta que se elevan al cielo con el fuerte batir de sus pies. Cuando los hombres penetran el cielo, se encuentran allí con sus antepasados y con otras entidades espirituales. Ellos interactúan con estas entidades y efectúan un “cambio” de espíritus para retornan a la tierra. Al volver, los hombres descienden “incorporados” y bailan en dirección a sus mujeres y a otros familiares. Dialogan con ellas a través del canto y “bendicen” a sus familiares con soplos.

Inmediatamente, las mujeres solicitan la presencia de otros espíritus y, de esta manera, los hombres vuelven al cielo para traer otras entidades. Las mujeres tienen una participación activa en este proceso: aunque no hagan el “viaje hacia al cielo”, ellas comandan el evento solicitándole a sus maridos que traigan determinadas entidades para realizar consultas y curas. El hombre sirve como una especie de vehículo y nexo entre el mundo de los espíritus y la tierra.

Notas sobre las fuentes

Las informaciones más antiguas acerca de los Guajá, inéditas y anteriores al contacto fueron resumidas por el etnólogo Curt Nimuendaju en un texto publicado en el tercer volumen del “Handbook of South American Indians” en 1949. Una vez contactados, os visitó el etnólogo Mércio Pereira Gomes, obteniendo datos que fueron divulgados en su libro “Os Índios e o Brasil” (1988), en un artículo incluido en el volumen “Povos Indígenas no Brasil (1987/1990)”, del antiguo CEDI (hoy incorporado al Instituto Socioambiental), y en un texto mimeografiado. El etnólogo Louis Carlos Forline, autor de este apartado, realizó varias etapas de investigación de campo junto a los Guajá, entre 1991 e 1994, con un total de aproximadamente dieciocho meses. De su pesquisa resultó su tesis de doctorado, “The Persistence and Cultural Transformation of the Guajá Indians”, aprobada en la Universidad de Florida en 1997, así como varios artículo sobre el contacto interétnico, la actividad recolectora, la introducción de la agricultura y las relaciones de género.

Algunas informaciones complementarias pueden ser encontradas en la tesis de doctorado y en el libro “Footprints in the Forest” (1994) del etnólogo William Balée, cuyo tema son los indios Ka’apor, vecinos de los Guajá así como en el libro de Dave Treece, “Bound in Misery and Iron” (1987), que versa sobre el impacto del Programa Grande Carajás sobre los indígenas.

Fuentes de Información

  • BALÉE, William L.  Footprints of the forest : Ka’apor ethnobotany - the historical ecology of plant utilization by an Amazonian people.  New York : Columbia University Press, 1994.

 

  • --------.  People of the fallow : a historical ecology of foraging in lowland South America.  In: REDFORD, Kent H.; PADOCH, Christine J. (Eds.).  Conservation of neotropical forests.  Nova York : Columbia University Press, 1992.  p. 35-57.

 

  • --------.  The persistence of Ka’apor culture.  New York : Columbia University, 1984.  290 p.  (Tese de Doutorado)
  • CUNHA, Péricles Luiz.  Análise fonêmica da língua Guajá.  Campinas : Unicamp, 1987.  68 p.  (Dissertação de Mestrado)

 

  • FORLINE, Louis Carlos.  Indigenous peoples and state players in Amazonia : implication of contact, settlement and food security among the Guajá indians of Maranhão state, Brazil.  Poematropic, Belém : Poema, v. 1, n. 1, p. 26-33, 1998.

 

  • --------.  Os índios Guajá : sua situação alimentar face ao contato e sua transição à agricultura.  In: VERDUM, Ricardo (Coord.).  Mapa da fome entre os povos indígenas no Brasil (II) : contribuição à formulação de política de segurança alimentar sustentáveis.  Brasília : Inesc ; Rio de Janeiro : Peti/MN ; Salvador : Anaí-BA, 1995.  p. 71-3.

 

  • --------.  A mulher do caçador : uma análise a partir dos índios Guajá.  In: ALVARES, Maria Luzia M.; D'INCAO, Maria Ângela (Orgs.).  A mulher existe? Uma contribuição ao estudo da mulher e gênero na Amazônia.  Belém : MPEG, 1995.  p. 57-79.

 

  • --------.  The persistence and cultural transformation of the Guajá indians : foragers of Maranhão state, Brazil.  Gainesville : University of Florida, 1997.  (Tese de Doutorado)

 

  • --------.  El pueblo Guajá y la palmera Babaçu (Orbignya martiana).  Desarrollo Agroflorestal y Comunidad Campesina, Salta-Argentina : s.ed., v. 1, n. esp., p. 36-41, 1996.

 

  • GOMES, Ivanise P.  Aspectos fonológicos do parakanã e morfossintáticos do awá-guajá (tupi).  Recife : UFPE, 1991.  120 p.  (Dissertação de Mestrado)

 

  • GOMES, Mércio Pereira.  Os índios e o Brasil.  Petrópolis : Vozes, 1988.

 

  • --------.  O povo Guajá e as condições reais para a sua sobrevivência.  In: RICARDO, Carlos Alberto (Ed.).  Povos Indígenas no Brasil : 1987/88/89/90.  São Paulo : Cedi, 1991.  p. 354-60.  (Aconteceu Especial, 18)

 

  • LARAIA, Roque de Barros. "Arranjos poliândricos" na sociedade Suruí.  In: SCHADEN, Egon.  Leituras de etnologia brasileira.  São Paulo : Companhia Ed. Nacional, 1976.  p. 193-8 (Originalmente publicado na Rev. do Museu Paulista, São Paulo : Museu Paulista, v. 14, n.s., p. 71-6, 1963)

 

  • NIMUENDAJÚ, Curt.  The guajá.  In: STEWARD, J. (Ed.).  Handbook of South American Indians. v. 3.  Washington : U.S. Government Printing Office, 1949.  p. 135-6.

 

  • SILVEIRA, Maria Luiza dos Santos.  Identidade em mulheres índias : um processo sobre processos de transformação.  São Paulo : USP-IP, 2001.  377 p.  (Dissertação de Mestrado)

 

  • TREECE, Dave.  Bound in misery and iron : the impact of the Grande Carajás Programme on the indians of Brazil.  Londres : Survival International, 1987.

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