Etnias del Río Negro
- Autodenominación
- ¿Donde están? ¿Cuántos son?
- Familia linguística
La región del Noroeste amazónico acoge toda la cuenca del alto Río Negro, y en la línea fronteriza entre Brasil y Colombia traza un dibujo que se parece a la cabeza de un perro. Además, es habitada tradicionalmente –hace por lo menos dos mil años- por etnias que hablan idiomas pertenecientes a tres (3) grandes familias lingüísticas: Arawak, Makú y Tukano.
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A pesar del multilingüismo y de las diferencias culturales existentes en la región, las 27 etnias que la habitan -22 presentes en Brasil- componen una misma área cultural, en buena medida articuladas en una red de intercambios, y se identifican en la cultura material, la organización social y la cosmovisión. Esta área cultural se subdivide en:
Etnias del Río UaupésArapaso, Bará, Barasana, Desana, Karapanã, Kubeo, Makuna, Mirity-tapuya, Pira-tapuya, Siriano, Tariana, Tukano, Tuyuca, Kotiria, Tatuyo, Eduria y Yuruti (las tres últimas etnias solamente habitan en Colombia). |
Etnias del Río Isana |
Etnias MakúHupda, Yuhupde, Dow, Nadöb, Kakwa, Nukak (las dos últimas etnias solamente habitan en Colombia). |
Etnias del Río Xié |
Sociodiversidad
En relación con aquellos factores como distribución geográfica, lenguas habladas y organización social, las 22 etnias de la región del Noroeste Amazónico, a su vez subdivididas en los cuatro (4) grandes grupos mencionados, presentan las siguientes características generales:
1) Etnias del Río Vaupés: se distribuyen por la cuenca de dicho río y continúan dispersándose hacia el sur del curso del Vaupés por otras cuencas vecinas. En su mayoría hablan lenguas de la familia Tukano Oriental, y se organizan en fratrías y sibs patrilineales exogámicos (grupos de descendientes de un ancestro común que no se casan entre sí). Grupos étnicos de la zona: Arapaso, Bará, Barasana, Desana, Karapana, Makuna, Miriti-Tapuya, Pirá-Tapuya, Siriano, Tariana, Tukano, Tuyuca, Kotiria, Eduria, Tatuyo, Yuruti (las tres últimas etnias sólo habitan en Colombia).
2) Etnias Makú: atraviesan toda la cuenca del Vaupés, ya que se ubican de manera predominante en las regiones interfluviales a lo largo de una línea en dirección noroeste-sudeste desde el río Guaviare -Colombia- hasta el río Japurá –Brasil-. Se organizan en grupos domésticos (de parientes próximos del marido y/o de la esposa) y regionales (conjunto de aldeas próximas) que hablan dialectos de la familia lingüística Makú. Grupos étnicos de la zona: Dow, Jupda, Nadöb, Yuhup, Kakwa, Nukak (las dos últimas etnias solamente habitan en Colombia).
3) Etnias del Isana: se instalan en la cuenca del río en mención y en la de sus afluentes: Cuyari, Aiari y Cubaté. Son indígenas que hablan lenguas de la familia Arawak y se organizan en sibs y fratrías patrilineales exogámicas. Grupos étnicos de la zona: Baniwa y Curripaco.
4) Etnias del Río Xié y del Alto Río Negro: habitan la región en que las fronteras de Brasil, Venezuela y Colombia se acercan y se encuentran. La gran mayoría hablan lengua Geral o Nheengatú, introducida por los primeros misioneros en el siglo XVIII. Grupos étnicos de la zona: Baré y Warekena (ó Werekena).
Localización y Población
El principal río que atraviesa esta región es el Río Negro, afluente del Amazonas que antes de entrar al Brasil lleva el nombre de Río Guainía y separa a Colombia de Venezuela. En la margen derecha de su curso alto, el Río negro recibe a los ríos Isana y Vaupés. Ésta región también comprende al Río Apaporis y sus afluentes, torrente colombiano que a su vez es tributario del río Caquetá, con el que confluye en la frontera con Brasil. De ahí para abajo, el Río Caquetá pasa a ser denominado río Japurá.
La cuenca hidrográfica del río Isana tienen sus nacientes en Colombia, pero rápidamente pasa a delimitar la frontera con Brasil y a adentrarse en territorio brasilero después de un pequeño trecho en dirección sudoeste. La extensión del Río Isana es de aproximadamente 696 Km., mientras que el Río Vaupés alcanza 1.375 Km. de extensión. Después del Río Blanco, el Río Vaupés es el mayor tributario del Río Negro y en su curso, recibe las aguas de otros grandes ríos como el Tiquié, el Papurí, el Querarí y el Cuduiari. Encima de la desembocadura del Río Vaupés se ubica el área formada por el Río Xié y el alto curso del Río Negro.
Actualmente, la población indígena representa por lo menos el 90% del total, a pesar de los dos largos siglos de contacto y comercio entre los pueblos nativos y los “blancos”, que no sólo han forzado la salida de muchos indios hacia el Bajo Río Negro o a las ciudades de Manaus y Belén, sino que además, han llevado a que personas de otros orígenes se establezcan allí. Aunque las personas de otras partes del amazonas y del Brasil como los nordestitos (denominación que se le atribuye a las personas oriundas del nordeste brasilero) y los paraenses (oriundos de pará), se concentra en los pocos centros urbanos de la región. La mayor parte de la región es constituida por tierras de la Unión (Tierras indígenas y un Parque Nacional), y las etnias del Alto Río Negro brasilero se encuentran distribuidas en ocho de tales Tierras Indígenas –cinco de ellas homologadas y contiguas, dos por identificar y una en proceso de identificación- situadas en los municipios amazonenses de San Gabriel de Cachoeira, Japurá y Santa Isabel.
Tierras indígenas homologadas | Extensión (Km²) |
Alto Río Negro | 79.993 |
Médio Río Negro I | 17.761 |
Médio Río Negro II | 3.162 |
Río Apapóris | 1.069 |
Río Téa | 4.118 |
TOTAL | 106.103 |
Puede decirse que en la actualidad existen 732 poblados en el Alto Río Negro, desde pequeños asentamientos habitados por tan solo una pareja, hasta grandes caseríos y pueblos esparcidos entre los ríos de la región.
El censo de población indígena del Alto Río Negro, estima que hay aproximadamente treinta y un mil (31.000) indios, cifra que incluye aquellos que viven en la ciudad de San Gabriel de Cachoeira (cerca de ocho mil en 1996) y Santa Isabel (cerca de tres mil en 1996). Vea a continuación como se distribuye la población de las diversas etnias:
Subregiones | Población (*) |
Vaupés (incluindo Traíra) | 9.290 |
Isana | 5.141 |
Rio Negro (Alto) e Xié | 3.276 |
Rio Negro (Médio) | 14.839 |
TOTAL | 31.625 |
* Datos del año 2000 que incluyen cifras de población indígena en las ciudades.
Lenguas
En el Noroeste Amazónico son habladas mas de 20 lenguas derivadas de tres (3) grandes familias lingüísticas: Tukano Oriental, Arawak y Makú. Las lenguas provenientes de la familia Tukano Oriental -se dice así para diferenciarlos de los Tukano Occidentales- son habladas en las fronteras entre Colombia, Ecuador y Perú, predominando en el Vaupés y en el Apaporis; mientras que las lenguas de origen Arawak es mas común encontrarlas en el Isana. Lenguas como el Tukano y el Baniwa, son habladas por algunos millares de personas, y otras como el Dow, por unas pocas decenas.
En el lado brasilero del Noroeste Amazónico existen por lo menos diez y seis (16) lenguas diferentes clasificadas como Tukano Oriental, y sus hablantes habitan toda la cuenca del Río Vaupés. Gran parte de esas poblaciones presentan una convergencia entre las reglas exogámicas y los grupos lingüísticos, razón por la cual, los grupos afines (con los cuales se puede casar) son hablantes de otras lenguas. Dicha dinámica produce un multilingüismo característico de la región, que muchas veces resulta en que en una comunidad se habla mas de una lengua indígena, además de Portugués y el Español. También ocurre que algunas etnias –o parte de ellas-, dejaron de hablar su lengua de origen, adoptando otros idiomas indígenas. Tal es el caso de los Tarianos del Vaupés, quienes siendo originalmente hablantes de una lengua Arawak, hoy en día hablan Tukano. También está el caso de los Tukano que fueron al Medio Río Negro y adoptaron la lengua Nheengatú.
La principal lengua de la familia Tukano Oriental es el Tukano propiamente dicho. Lengua que no solamente es usada por los Tukano, sino también por otros grupos del Vaupés brasilero y sus afluentes Tiquié y Papurí. Debido a que en la región hay varias lenguas distintas, el Tukano paso a ser empleado como lengua franca, permitiendo la comunicación entre pueblos con lenguas paternas bien diferenciadas y, en muchos casos, no comprensibles entre si. En algunos contextos, el Tukano paso a ser mas usado que las lenguas locales.
Las demás lenguas de la familia Tukano Oriental predominan en regiones mas pequeñas, y en esa medida, son habladas por poblaciones menores. Tal es el caso de los Kotiria y de los Cubeo en el Alto Vaupés -encima de Yavaraté-; de los Pirá-Tapuya del Medio Papurí; de los Tuyuca y Bará del Alto Tiquié; y de los Desana de aquellas comunidades que se ubican en el río Tiquié, así como en el Papurí y sus afluentes.
Las lenguas de la familia lingüística Arawak son habladas principalmente por los grupos étnicos Baniwa, Curripaco, Baré, Warekena y Tarianos. Éstos últimos sin embargo, hablan principalmente Tukano, debido a que convivieron durante siglos con los pueblos Tukano del Medio Vaupés. Igual es el caso de los Baré, quienes tampoco hablan su lengua de origen, ya que desde el contacto con los misioneros, y durante el proceso de colonización, fueron adoptando la lengua Geral (o Nheengatú).
La lengua Nheengatú es una forma simplificada del Tupí antiguo, que fue adaptándose y difundiéndose ampliamente por los primeros misioneros jesuitas. Actualmente dicha lengua representa una marca de la identidad cultural del pueblo Baré.
Por último, la familia lingüística Makú incluye seis lenguas distintas (cuatro habladas en el Brasil), usadas por los grupos étnicos que ocupan el territorio mas extenso del Alto Río Negro. Es una familia lingüística que tiene poco o nada que ver con las familias Tukano y Arawak –a no ser por unos pequeños prestamos lingüísticos-. A lo que se suma, que prácticamente todos los Makú son hablantes de sus lenguas. Sin embargo, los Makú que habitan en el área del Vaupés, al estar tan próximos a los Tukano, también dominan lenguas de dicha familia lingüística. Hecho que además, demuestra ese multilingüismo característico de la región.
Grupo étnico/lingüístico | Familia Lingüística | Principales áreas de ocupación |
Tukano Desana Kubeo Kotiria Tuyuka Pira-tapuya Miriti-tapuya Arapaso Karapanã Bará Siriano Makuna
Barasana (Panenoá) Tatuyo* Yuruti* Taiwano (Eduria)* |
Tukano Oriental (Tukano) | - Rio Vaupés
- Rio Tiquié - Rio Papuri - Rio Querari - curso alto do Rio Negro (principalmente entre Santa Isabel e a foz do Rio Uaupés, inclusive na cidade de São Gabriel da Cachoeira) - povoados em trecho da estrada que liga São Gabriel a Cucuí - Rio Curicuriari - Rio Apaporis e seu afluente Traíra- Departamento do Vaupés (Colômbia) |
Baniwa
Kuripako BaréWarekena |
Aruak | - Rio Içana, Aiari, Cuiari e Cubate
- Rio Içana, Dpto. de Guainia (COL) - Médio e Alto Rio Negro, Rio Xié- Rio Xié |
Tariana | Aruak | - médio curso do Rio Uaupés, entre Ipanoré e Periquito |
Hupda Yuhupde Dow Nadöb
Kakwa* Nukak* |
Maku | - região entre os rios Tiquié, Uaupés e Papuri
- afluentes da margem direita do Rio Tiquié (principalmente os grandes igarapés Castanha, Cunuri e Ira) - rios Apapóris e Traíra - proximidades da cidade de São Gabriel (do outro lado do rio) até a foz do Rio Curicuriari e do Rio Marié - Rio Uneiuxi e no Paraná Boa-Boá (médio Japurá) - Rio Téa- Departamento do Vaupés e Guaviare (Colômbia) |
(*) Etnias que solamente viven en territorio colombiano.
Organización Social
La organización social de los grupos étnicos en el Noroeste Amazónico es diferente a la de la mayoría de sociedades amazónicas, por la existencia de grupos de descendencia patrilineal, nominados, exogámicos y muy bien jerarquizados. De esta manera, los grupos son organizados en un complejo entramado social donde la menor unidad es el sib. Mínima unidad compuesta por los descendientes de un mismo ancestro, y que se consideran parientes próximos.
En términos generales y de acuerdo a la descendencia patrilineal de los grupos de la familia lingüística Tukano Oriental, su unidad lingüística coincide con la unidad de parentesco agnático, que a su vez corresponde al ámbito de exogamia mas operacional. Por ejemplo, el grupo lingüístico Tuyuca esta formado por cerca de quince (15) sibs, entre los cuales no se dan intercambios matrimoniales. Razón por la cual, los Tuyuca establecen sus alianzas con los Tukano, los Bará y otros.
Por lo anterior, el grupo de descendencia exogámico coincide con el grupo lingüístico, y la noción de descendencia común es revitalizada en procedimientos rituales. En términos indígenas, ésta unidad es delimitada por una auto-designación, a la vez que por un nombre mediante el cual son reconocidos por los otros (indios y blancos). La auto-designación se presenta en dos esferas, una que engloba el grupo lingüístico (por ejemplo Tukano, Desana, Kotiria, Tuyuca, y otros) y la otra que contiene el sib.
Idealmente, los miembros de un sib viven en un mismo grupo local, aunque en el plano conceptual cada sib posea una función particular asociada, principalmente, a especialidades rituales. De ahí que generalmente el lugar de residencia de un sib delimitado sea la maloca, ya que esta posee importantes significados rituales y cosmológicos. Por ejemplo, Christine Hugh-Jones describe cinco (5) funciones entre los Barasana, jefe, maestro de ceremonia, guerrero, chaman y siervo, las cuales se encuentran relacionadas con la organización del trabajo, al desempeño ritual y la guerra.
En el caso de los pueblos de origen Arawak representados en los Baniwa, los Curripaco, los Warekena, los Tariana y los Baré, la correspondencia entre lengua, descendencia común y exogamia no se observa actualmente. La unidad exogámica es el sib: varios sibs hablantes de la misma lengua se agrupan en fratrías que mantienen las alianzas entre si.
Los Tariana por ejemplo, quienes ocupan la región del medio Río Vaupés (donde predominan los pueblos Tukano Orientales), se integran de igual manera que los grupos de descendencia del sistema social del Vaupés, y aunque en su mayoría han adoptado la lengua Tukano, operan como un grupo lingüístico que intercambia mujeres con sus aliados (especialmente los Tukano, Kotiria, y Pira-Tapuya). Los Baré por su parte, habitan el canal del Río Negro en las proximidades con la Ciudad de San Gabriel de Cachoeira. Al día de hoy, ni la organización social ni las formas de casamiento de los Baré han sido descritas en la literatura etnológica.
Ya entre los Makú, la organización social de sus grupos lingüísticos puede dividirse en tres niveles: los grupos domésticos de hoguera, los cuales están organizados en torno a una pareja; los grupos locales, que son conjuntos de grupos domésticos de hoguera y tienen como punto focal al hombre mas viejo de los grupos; y los grupos regionales que están organizados y distribuidos territorialmente teniendo como referencia riachuelos e igarapés (estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad, y por ubicarse selva adentro). Éstos son grupos endogámicos con trazos culturales específicos y dialectos propios. Cada grupo lingüístico puede abarcar tres o mas grupos regionales.
En dicho contexto de diversidad cultural, existen muchas características comunes entre las etnias, sobretodo en lo que tiene que ver con los mitos, las actividades de subsistencia, la arquitectura tradicional y la cultura material. Tales características comunes son mas evidentes, por un lado, entre los Tukano, los Baniwa, los Tariana y los Baré, a quienes comúnmente se les identifica como ‘indios de río’; y por otro, entre los Makú, a quienes comúnmente se les conoce como ‘indios de bosque’ debido a sus peculiaridades socioculturales, entre las que se encuentra vivir lejos de las márgenes de los ríos navegables. Característica a pesar de la cual, los Makú se articulan con los indios de río, aunque no del mismo modo en que ellos se relacionan entre sí. Además los Makú, al ser grandes cazadores, generalmente abastecen de carne a los indios de río y les prestan otro tipo de servicios para poder intercambiar con ellos alimentos como yuca y pescado.
Para los indios de río, los Makú no sólo ocupan una posición de inferioridad, sino que además son incestuosos, ya que se casan con personas del mismo grupo de descendencia y no siguen sus mismos patrones de residencia. Por su parte los Makú, no se consideran siervos ni esclavos de los indios de río, y piensan que en cualquier momento pueden dejar de prestarles sus servicios e internarse en el bosque. Un lugar que según los Makú, esta poblado de espíritus que los indios de río desconocen y temen.
Malocas
La construcción de Malocas es una costumbre que comparten diferentes sociedades indígenas del Alto y Medio Río Negro. Durante muchos años, las malocas estuvieron abandonadas por la mayoría de las comunidades del lado brasilero de la región, ya que eran blanco de ataque de los misioneros. En la actualidad vienen siendo recuperadas en algunos lugares como el Alto Tiquié y el Alto Vaupés, como parte de un proceso de recuperación de tradiciones y sello de identidad del movimiento indígena. Ejemplo de ello es la Maloca que se encuentra en la sede de la FOIRN (Federación de las Organizaciones Indígenas del Río Negro), en San Gabriel de Cachoeira.
Tradicionalmente, la maloca se divide en diversos compartimentos laterales, cada uno de los cuales es habitado por una familia nuclear. La regla general es que el jefe del grupo local viva en el compartimento mas cercano a la pared del fondo de la casa y del lado izquierdo de quien entra, mientras sus hermanos menores, a medida que se van casando ocupan los compartimentos contiguos desde el fondo hacia el frente de la casa. Los hombres solteros que ya están iniciados deben dejar el compartimento de sus padres y establecerse en el medio de la casa. Por último, quienes estén viviendo allí de manera provisoria o excepcional y los visitantes, deben ubicarse en la parte de adelante de la casa.
Durante las fiestas, y sobretodo en las ceremonias mas formales donde danzan los hombres adultos, el espacio de la maloca es reorganizado, de modo que el centro de la maloca pasa a ser el espacio central donde la danza tiene lugar.
El misionero salesiano Alcionilio Brüzzi encontró en 1947 la maloca de San Pedro en el Río Tiquié, e hizo una descripción detallada que puede ser generalizada a la gran mayoría de malocas que existieron en la región:
“Era construida de acuerdo a las antiguas costumbres. De forma rectangular, con 27,60 metros de largo por 18 de ancho. El techo era a dos aguas, con un declive bien pronunciado que permitía rápidos desagües. Dicha cubierta media internamente 7,30 metro de altura hasta la cima, y terminaba a 90 centímetros del suelo, de manera que las paredes laterales sólo alcanzaban 1,52 centímetros de altura. El tejado, que era realizado de hoja de canará, se prolongaba un poco más en la parte que correspondía a las puertas, con el fin de protegerlas de las lluvias. Las paredes principales seguían el estilo clásico, esto es, de corteza de árbol de 2,5 metros de altura, y después de trenzado de hoja de asaí. Las paredes laterales eran de pehé.
La estructura estaba construida sólidamente sobre cinco pares de cimientos (tres centrales y los otros dos soportando las paredes del frente y del fondo de la maloca), que delimitaban la nave central. Los palos eran rollizos, rectilíneos, rústicos (sin quitarles la corteza), y al igual que las vigas y los caibros, regulares y proporcionales.
Toda la estructura era sólidamente amarrada y asegurada con bejuco. Internamente, los cimientos bien alineados dividían el espacio en cinco naves (hacia lo ancho). Las tres centrales para uso común (paso, reuniones, danzas, visitas y trabajo), dejando hacia el fondo espacio para los utensilios de uso común como los grandes jarrones de barro cocido, los recipientes de madera para la fermentación de la chicha y el horno para la producción de fariña. Allí también se realizan las danzas en las ocasiones de fiestas.
Las dos naves mas externas, que corresponden a la parte baja del tejado, eran destinadas a lo largo del alero, a la residencia de las familias: cada nave tenia cuatro divisiones. Casualmente, en la división del jefe la separación era un poco mejor, no bastando sin embargo, para impedir la visión de lo interno. En algunas malocas no existe absolutamente ninguna separación. Puede decirse que son divisiones imaginarias que se corresponden con los cimientos de la maloca” (1962: 175-7).
Actualmente, la mayoría de los indios que ocupan las márgenes de los ríos principales, se organizan en “comunidades”: nombre que desde hace décadas le dieron los misioneros católicos –también los protestantes- a los poblados que fueron sustituyendo las malocas comunales. Generalmente, la comunidad es un amplio patio abierto que se compone de un conjunto de casas (las cuales son construidas de paredes de corteza de árbol, ó de listones y adobe, o de tablas, con tejado de paja o de tejas de zinc), a lo que se suman la capilla (católica o protestante), una escuelita y, eventualmente, un puesto de salud.
Cada comunidad posee un capitán –siempre debe ser un hombre-, cuyo papel es reunir al grupo y animarlo para los trabajos comunitarios, a la vez que responder a las demandas generales relacionadas con tales tareas. También se define como el interlocutor preferencial con los blancos. Pero no se trata de un jefe o comandante todopoderoso que da ordenes y aplica puniciones. En la mayoría de los casos, el capitán solamente orienta, sin importar su posición.
Vida religiosa y ritual
Es característico de la región, un complejo ritual asociado a una mitología cuyos temas centrales son la iniciación, los ancestros, la guerra y los ciclos estacionales, y en el que se tocan las flautas y las trompetas sagradas. Los participantes de las ceremonias, por medio de los poderes del chamanismo, de sustancias alucinógenas y del contacto con los instrumentos musicales, se encuentran con el pasado mítico y hacen que la estructura social gane mayor visibilidad.
A pesar de las variaciones locales, existen algunas estructuras rituales compartidas por los pueblos Tukano, Arawak y Makú, que integran el área cultural del Noroeste Amazónico. Para conocer sobre los rituales religiosos y las prácticas de chamanismo entre esos grupos, diríjase a las secciones dedicadas a las Etnias del Vaupés, Etnias del Isana y Etnias Makú.
Historia del contacto: siglos XVII y XVIII
Desde mediados del siglo XVII, debido al decrecimiento de la población indígena en el bajo Amazonas a causa de las epidemias de viruela y de la esclavitud, sobrevino una enorme carencia de mano de obra para el trabajo en las haciendas y en la recolección de las “drogas del sertão” (denominación dada por autoridades, comerciantes y colonos a las plantas extraídas de la floresta como cacao, canela, zarzaparrilla, clavo, vainilla, etc.). Por eso, los colonos y los misioneros de San Luís y Belén, comenzaron a incursionar por el sertão (región brasilera –generalmente asociada al nordeste del país- principalmente rural, que presenta un clima semi árido con prolongados periodos de estiaje) del Río Negro y del Amazonas, capturando esclavos indios y masacrando los que se resistían. Eran pues las épocas de las “tropas de rescate” y de las “guerras justas”. De hecho, la fortaleza de Barra de San José de Río Negro (donde hoy se encuentra la ciudad de Manaos), construida en 1669, sirvió de base para las futuras entradas en busca de esclavos.
En la primera mitad del siglo XVIII los portugueses, después de derrotar a los Manao y a los Mayapena que dominaban el bajo y el medio Río Negro y que habían sido sus colaboradores, lograron llegar a la región del Alto Río Negro y sus principales afluentes (el Vaupés, el Isana y el Xié), donde todavía había muchos poblados sin contacto con los blancos.
En ese periodo, los Carmelitas instalaron asentamientos de misiones hasta el Alto Río Negro, en las proximidades de la actual ciudad de San Gabriel de Cachoeira. El comercio de esclavos fue tan intenso en los años de 1740 que se estima que, hasta mediados del siglo XVIII, cerca de veinte (20) mil indios fueron capturados y desplazados del Alto Río Negro. En las listas de los esclavos retirados de dicha región y llevados a trabajar en Belén y en San Luis también se incluían, en buena cantidad, indios Tukano, Baniwa, Baré, Makú, Warekena y otros grupos que hoy en día viven en esa misma área.
Como consecuencia del contacto con los portugueses, una epidemia de viruela devastó el Alto Río Negro en 1740. Murieron un gran número de indios, ya que muy probablemente la epidemia se extendió por ciertas partes de la región por medio de tejidos y ropas de algodón. Entre 1749 y 1763 continuaron azotando la región epidemias de viruela y sarampión, tanto así que en 1749 la de sarampión fue tan terrible que pasó conocerse como “el gran sarampión”.
Durante ese periodo, la revuelta indígena mas famosa fue la de 1757, liderada por los capitanes Lamalonga del medio Río Negro. Por el énfasis dado a la destrucción de iglesias y adornos religiosos, y por el asesinato del padre Carmelita, se entiende que ésta rebelión marcó el inicio de la insurrección de los indios contra los misioneros.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el gobierno portugués, bajo la dirección del Marques de Pombal retiró el “poder temporal” de los misioneros. Éstos habían perdido el control de la administración en las aldeas, las cuales pasaron a ser dirigidas por colonos, civiles o militares, quienes también obtuvieron el título de “directores de indios”. Todos aquellos actos que se soportaban en la ley Pombalina, la cual buscaba poner fin a la esclavitud y promover la asimilación de los indios a la sociedad colonial.
Sin embargo, los misioneros fueron autorizados a quedarse en los poblados para continuar con el trabajo de catequismo, adoctrinamiento y convencimiento de los indios ubicados en las cabeceras de los ríos y de los igarapés. Razón por la cual los misioneros se instalaron en esas aldeas del medio y el bajo Río Negro. Pero a pesar de que continuaron viviendo en la región, hubo un sensible declive de su trabajo. Las aldeas más prosperas fueron elevadas a la categoría de poblados o de villas, recibiendo un nombre en portugués, que la mayoría de veces era de un santo.
El Marqués de Pombal quería dar a los indios los mismos derechos de los europeos, pero muy pronto entendió que los colonos, para poder sobrevivir, dependían del trabajo indígena, tanto para la agricultura como para la extracción de las “drogas de sertão”. Por eso el Marqués instituyó un sistema de trabajo según el cual una parte de los hombres con buena salud trabajarían varios meses por año en la construcción de las casas en las villas coloniales, mientras que otros cuidarían de las plantaciones. Pero ese sistema de regulación del trabajo no fue respetado y los indios continuaron siendo explotados por los colonos, de hecho centenas de ellos fueron llevados a las villas coloniales durante ese periodo.
Teniendo como base las fortalezas construidas en 1763 (San Gabriel y San José de Marabitanas), exploradores militares portugueses hicieron exhaustivos viajes por los afluentes superiores del Río Negro. Una región estratégica (sobretodo después de la firma en 1750 del tratado de Madrid), por estar situada en la franja de la frontera entre los imperios coloniales de Portugal y España.
Para los pueblos indígenas, ese periodo significó la ocupación casi completa de su territorio por parte de los militares portugueses, así como el aumento de despoblamiento en las aldeas. Todo como consecuencia de los descimentos (o reducciones), aquella forma de esclavitud encubierta en la que se trasladaba a los indios a trabajar en las embarcaciones y en la agricultura. Esa política tuvo un alto costo para los portugueses, ya que ocasiono muchas fugas y revueltas de los indios de aldea, que significaban una necesidad constante de reposición de mano de obra para el cultivo de añil y yuca, y para el trabajo de recolecta de cacao.
Historia del contacto: siglo XIX
Desde el inicio del siglo XIX, la región del Río Negro fue misionada por carmelita Frei José de los Santos Inocente (1832/52); por el capuchino Frei Gregorio José María de Bene (1852/54) y por franciscanos (1880/83), los cuales tuvieron una fuerte participación, junto con los militares, en la represión a los indios y en su explotación laboral (principalmente en el trabajo extractivo). Las acciones de los misioneros fueron contemporáneas a la invasión de comerciantes y de ‘regatones’, esto es, negociantes ambulantes que penetraban la región entre los riachuelos del Río Negro, para vender toca clase de elementos desde sus pequeñas embarcaciones repletas de mercancías. Como apunta el naturista Alfred Russel Wallace (en 1853), fueron tiempos que muchas veces estuvieron marcados por la extrema violencia, cuando se capturaban hasta niños indígenas para venderlos a los negociantes de Manaos y Belén.
Entre 1835 y 1840, se presento la mayor rebelión popular del Brasil conocida como “A Cabanagem”, que inició con la toma de la ciudad de Belén y fue avanzando y expandiéndose por toda la región hasta llegar al Río Negro. La insurrección llevó a un proceso de represión a los revoltosos, que sólo se concluyo hacia 1840. Después de ese periodo, el Comando Militar situado en Belén envió una tropa al Alto Río Negro con el objeto de reconstruir las fortalezas de San Gabriel y Marabitanas. Trabajo que fue realizado por los indios bajo la dirección del Comando Militar, el cual también creó en la zona la “Compañía de Trabajadores”, a la cual se convocaron los “indios ladinos”, es decir, aquellos que ya sabían hablar portugués. Tal retomada militar en la región provocó un recrudecimiento de las relaciones entre blancos e indios entre 1840 y 1842.
Durante dicho siglo, las varias epidemias de viruela y sarampión no sólo devastaron extensas partes del Río Negro, sino que además, provocaron la fuga en masa de los indios que habitaban pequeños poblados y villas coloniales. Las fiebres intermitentes (a veces caracterizadas como “malignas” o “perniciosas”) que acompañaban las epidemias, contribuyeron bastante en la alta mortalidad que se dio en la región.
A mediados del siglo XIX, el gobierno de la recién creada Provincia del Amazonas, intentó convencer a los indios de que dejaran de vivir en las regiones alejadas y de difícil acceso, y se establecieran en los poblados o en las villas situadas en las márgenes de los ríos mas grandes, para mantener cerca de Manaos un cierto número de indios que se dedicaran a los trabajos de construcción. En muchas ocasiones, las familias indígenas fueron sacadas de sus comunidades y llevadas a la fuerza hacia el Bajo o el Medio Río Negro. Situación que hizo que muchas comunidades indígenas de los ríos Vaupés, Isana y Xié quedaran desocupadas.
Para entonces se iniciaba la extracción de zarzaparrilla y goma, trabajo para el que fueron utilizados muchos indígenas luego de haber sido forzados a migrar, y transportados por los comerciantes desde el Alto Vaupés hasta el Medio y el Bajo Río Negro. Por esa razón, hoy en día hay una presencia significativa de descendientes de grupos étnicos originarios del alto Vaupés en el Medio y Bajo Río Negro.
En algunas ocasiones, los indios se sublevaban contra el violento tratamiento descrito y efectuaban expediciones de venganza contra los blancos, quienes no vacilaban en utilizar soldados o hasta indígenas de otras etnias de la región para reprimir las rebeliones.
Estos levantamientos también se expresaban a través de Movimientos Religiosos. A decir verdad, en esta región hay una amplia tradición de éste tipo de movimientos, que comenzaron a aparecer en la primera mitad del siglo XIX. Los líderes de esos movimientos elaboraban los mas variados mensajes e ideologías mesiánicas, y organizaban rituales y ceremonias expresando las esperanzas milenarias de los pueblos. Algunos de los líderes de mediados del siglo XIX como el Mesías Baniwa Venancio Kamiko (poderoso payé del río Isana también conocido como Venancio “Cristo”), pregonaban la liberación de la opresión política y económica de los blancos.
Dichos movimientos se expandieron por toda la región y amenazaron con expulsar a los blancos. La mayoría de veces los militares locales y los de la provincia reaccionaban con represión y violencia, a pesar de que en 1858 el gobierno provincial mandara una comisión oficial para que tranquilizara la situación.
En 1880, un payé Arapaso del bajo Vaupés, conocido como Vicente Cristo, comenzó a decir que se comunicaba con “Tupa” (espíritu del trueno que pertenece al templo tupi, pero que junto con la lengua geral, fue introducido por los misioneros a los indígenas del Alto Río Negro) y con los muertos. Pregonaba el fin de la explotación indígena a manos de los amos y su expulsión de la región, y anunciaba la llegada de misioneros que los protegerían de ellos, de los militares y de los comerciantes. También proclamaba la llegada de un nuevo orden social, en la cual los indios serían los amos y los blancos sus esclavos. En la región hubo otros varios movimientos con estas características durante los inicios del siglo XX, algunos de los cuales fueron reprimidos con violencia por los militares.
Historia del contacto: finales del siglo XIX hasta el siglo XX
Las actividades de los misioneros reiniciaron en 1883 con la llegada de franciscanos al Vaupés. Los indios debían destinar un día de la semana para construir, tanto las casas de las autoridades religiosas y militares como la iglesia y la cárcel. Los franciscanos intentaron acabar con las actividades de los payés y controlar las de los ‘regatones’, quienes solamente podían comerciar con los indios bajo su previa autorización.
Uno de esos franciscanos, Frei illuminato Coppi, es descrito por las fuentes históricas como un hombre violento, intolerante, que no vacilaba en ridiculizar las costumbres y creencias indígenas. En varias ocasiones, él señor Coppi hizo que las mujeres y los niños vieran las mascaras y los instrumentos de música sagrados, lo cual es completamente prohibido. Su última provocación, realizada el veintiocho (28) de octubre de 1883 en Ipanoré, llevó a la revuelta de los indios de ese lugar, y a la expulsión de los misioneros franciscanos.
Después de la salida de los misioneros, los indios volvieron a sus malocas y solamente hasta 1914 fueron reiniciadas las actividades misionarias con la creación del ayuntamiento Apostólico de Río Negro establecido en San Gabriel de Cachoeira, y con la llegada de los salesianos. La congregación de Don Bosco se mostró no solamente muy bien organizada, con objetivos y estrategias claras, sino que además, tenia un personal con buena disposición y muy bien preparado para las “dificultades de esa misión apostólica”.
Las primeras décadas de actuación de esos misioneros fueron marcadas por un gran ímpetu y contundencia. Situación que significó, sin duda, una reducción de los abusos ejercidos por los amos, que hasta entonces predominaban. Aunque, por otro lado, los salesianos aprovecharon del estado de sumisión y de temor en el que se encontraban los pueblos indígenas, para implementar su proyecto supuestamente “civilizador”. Así mismo, demostraron un profundo menosprecio por las formas de organización y pensamiento de los indios y buscaron desde el comienzo diezmar las manifestaciones culturales de dichos pueblos. Tal postura frente a la cultura indígena es fácilmente observada en las diversas publicaciones de los salesianos.
Los salesianos consideraban que sólo lograrían penetrar en la consciencia de los adultos y de los viejos por medio de sus propios hijos, después de que los pequeños hubieran sido formados en una educación cristiana rigurosa. De esa manera, la vida de los niños en la misión era marcada por un rigor y disciplina extremos: los horarios de todas sus actividades eran rígidos y debían ser obedecidos, la separación de los sexos era absoluta, era expresamente prohibido el uso de idiomas indígenas, hasta en aquellos recién llegados que no hablaban una sola palabra de portugués.
Además, dichos misioneros, bajo el pretexto de la promiscuidad sexual y la falta de higiene, insistieron mucho y terminaron teniendo éxito en convencer a los indios de abandonar sus malocas para establecerse en poblados compuestos de casas separadas para cada familia. También desincentivaron a los indios de practicar sus rituales de iniciación masculina (rituales de yuruparí), adelantaron campañas de difamación y ridiculización de las actividades realizadas por los payés locales, prohibieron el consumo de bebidas alucinógenas, y quitaron de las malocas las indumentarias y los instrumentos de música ceremoniales.
Debido a su instalación permanente en el Alto Río Negro y al hecho de ser, en esos tiempos, la única infraestructura de asistencia a los indios, las misiones salesianas ampliaron poco a poco sus actividades, llegando a asumir durante un periodo, el control sanitario, de la educación y del comercio regional. También ayudaron a controlar la situación de explotación de los indios, aunque con efectos mínimos en el Isana, donde su presencia directa sólo se dio a partir de 1950.
El año de 1970 fue muy importante en la historia reciente de la Amazonía brasilera. El gobierno federal, para entonces controlado por los militares, anunció públicamente el Plan de Integración Nacional (PIN). Un programa de obras de infraestructura que tenia como objetivo integrar geopolíticamente la región al resto del país, lo cual tuvo efectos importantes en el Alto Río Negro. Las primeras consecuencias aparecieron entre 1972 y 1975 con la instalación de puestos de la FUNAI (Fundación Nacional del Indio –organismo que establece y ejecuta la política indígena en el país) y la llegada tanto de militares del Batallón de ingeniería y construcción, como de trabajadores de empresas contratadas para la realización y apertura de la BR-307 (conexión entre San Gabriel de Cachoeira y Cucuí), y de un trecho de la carretera Perimetral Norte (BR-210), hoy abandonada.
Con el recorte del presupuesto federal de 1979, los salesianos decidieron desactivar el sistema de internados, aunque en 1984, un informe de la misión todavía registraba 501 alumnos internos. El primero en cerrarse fue el internado masculino de la sede de la misión en San Gabriel de Cachoeira, y entre 1985 y 1987 fueron cerrados los internados de Yavaraté, Taraquá, Pari-Cachoeira y Asunción del Isana, así como el internado femenino de San Gabriel de Cachoeira
En 1983, los indios Tukano del Tiquié descubrieron oro en la Sierra de Taraia, con lo que se dio inicio a una “fiebre” que se extendió por varios puntos de la región durante mas de una década. Dicha actividad no sólo generó el desplazamiento de indios, sino que atrajo inicialmente garimpeiros (buscadores de metales y piedras preciosas) de otras partes del país y habitantes de San Gabriel de Cachoeira, y posteriormente empresas mineras que invadieron las Sierra de Taraira ubicada en la región del alto Isana.
Los impactos de esos cambios se hicieron sentir, por ejemplo, en el rápido crecimiento de la población de la ciudad de San Gabriel de Cachoeira, la cual se duplicó al llegar a cuatro mil quinientos (4.500) habitantes, según estimaciones de agosto de 1985. En parte, la “hinchazón” de San Gabriel de Cachoeira se debió a los efectos colaterales de la “fiebre” de oro, y al hecho de que, privados de los internados, muchas familias tuvieron que “abrir” casas en la ciudad para acoger a sus hijos durante el año lectivo.
Evangelismo
En el final de la década de 1940, Sofía Müller, una misionera evangélica norteamericana de la Misión Nuevas Tribus (MNT), inició la evangelización de los curripaco de la amazonía colombiana. Trabajo que la “señorita Sofía” (como se le conoció en la zona) fue extendiendo a los Baniwa del Isana en 1949 y 1950. Por lo menos al inicio, la conversión de los Baniwa al evangelismo tenia todas las características de un movimiento milenarista.
Con sus mensajes anticatólicos, y pregonando la redención y el fin de los sufrimientos, la misionera convirtió a la mayoría de los indios del Isana. Muchos Baniwa consideraban a la señorita Sofía como un mesías, y venían de todos lados para oír su predicación y convertirse a la nueva fe. En últimas, debido a que los Baniwa fueron muy perjudicados por el sistema de los amos y de los regatones, y a pesar de que buscaban mantenerse lejos de los blancos, aceptaron el evangelismo como una forma de resistencia a la dominación blanca.
En ese periodo fue construida en el Bajo Isana la Misión Salesiana de Asunción, con la intención de detener la avanzada evangélica. Sin embargo, dicha estrategia no llegó a influenciar muchas comunidades ya evangelizadas. De ahí que se haya producido una división entre protestantes y católicos que perdura hasta hoy.
Las comunidades indígenas evangélicas del Isana integran un sistema denominado Iglesias Bíblicas Unidas, administrado por ancianos y diáconos indígenas que son escogidos localmente. El sistema funciona de la siguiente manera: por cada trecho del río, un grupo de comunidades comparte mensualmente una Santa Cena, la cual se va rotando de sede para cada encuentro. Semestralmente, se realizan las “Conferencias”, que son eventos promovidos por las comunidades de los dos trechos contiguos de la Santa Cena, y está abierta a invitados.
Tierras y Organizaciones indígenas
A continuación y de manera cronológica, se presenta un resumen de los eventos mas significativos en la historia de la lucha por la demarcación de las Tierras Indígenas del Alto Río Negro:
•1971: incentivados por los misioneros católicos, los líderes indígenas del Alto Tiquié y Vaupés, comenzaron a reivindicar la demarcación de sus tierras. Las respuesta de la FUNAI frente a ello son lentas.
•1979: La FUNAI declara “ocupación indígena” tres áreas contiguas: Pari-Cachoeira, Yavaraté, Isana-Aiari. Líderes indígenas del Tiquié envían una propuesta para la delimitación del Alto Río Negro como área única (propuesta que es retirada en 1981).
•1984-85: La FUNAI hace una propuesta de delimitación de tres áreas más: Taraquá, Cubaté, Isana-Xié, y propone la inclusión de el Área Indígena Pari-Cachoeira de la región de la Sierra de Taraira, reconocida como posesión permanente de los Makú. En enero de 1985, los líderes reunidos en Taraquá encaminan una nueva propuesta de delimitación de la región del Alto Río Negro como área única. Un grupo de trabajo de la FUNAI elabora una propuesta para delimitar la región del Alto Río Negro como reserva indígena continua con idéntica superficie.
•1986-87: Crece la resistencia de los sectores militares, especialmente el CSN (Consejo de Seguridad Nacional), contra la demarcación de las Tierras Indígenas extensas y continuas situadas en la franja de la frontera. El CSN evacua el poder administrativo de la FUNAI. El Alto Río Negro se convierte en el principal laboratorio de los militares para la implantación de la estrategia de demarcar, reduciendo y fragmentando las tierras indígenas en la parte de la frontera. El CSN negocia con los Tukano del Tiquié, culminando con la realización de una gran asamblea de líderes en abril de 1987.
Mas de trecientos (300) líderes indígenas de varias etnias se reunieron en San Gabriel de Cachoeira en la Segunda Asamblea de Pueblos Indígenas del Alto Río Negro, con la presencia de representantes del Gobierno Federal, Estadual, de la Iglesia, de las empresas de minería y de las organizaciones indigenistas, para discutir el proyecto Canal Norte, las actividades de las empresas de minería y la regularización de las Tierras Indígenas. La asamblea fue unánime en reivindicar la demarcación urgente de un área única, rechazando la propuesta del CSN. Como respuesta, el CSN propuso una solución intermedia, que consistía en un mosaico compuesto por Colonias Indígenas y Florestas Nacionales (Flonas). En esta ocasión, fue fundada la Federación de las Organizaciones Indígenas de Río Negro (FOIRN), cuya misión principal era luchar por la demarcación del área única.
•1989-90: Decretos presidenciales homologan la demarcación administrativa de tres (3) Áreas Indígenas en Pari-Cachoeira, y crean dos (2) Flonas Pari-Cachoeira. Seguidamente aparecen otros decretos, unos homologando la demarcación administrativa de áreas indígenas en las antiguas reservas de Yavaraté, Taraquá, Isana-Xié, Isana-Aiari y Cubaté, y otros, creando otras nueve (9) Flonas en la región. Las áreas indígenas o “islas”, llegaron a ser demarcadas físicamente, pero la mayoría de las marcas de concreto colocadas por el ejercito fueron arrancadas por los indios y botadas al río. Los indios fueron a reclamar ante la justicia, valiéndose de los dispositivos contenidos en la nueva Constitución Federal en vigor.
•1990-92: El Ministerio Público Federal presenta una Acción Declaratoria ante la Justicia Federal contra la Unión, la FUNAI y el IBAMA (Instituto Brasilero del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables) con el objeto de hacer reconocer la ocupación tradicional de los indios del Alto Río Negro sobre un área continua, y la revocación de los decretos que creaban las catorce (14) áreas indígenas junto con las once (11) Flonas. Dos años después, fue requerida una evaluación antropológica sobre el área. La definición de un nuevo sistema de demarcación de Tierras Indígenas permitió que fuese aprobado un nuevo parecer técnico que reunificaba las Áreas Indígenas discontinuas, a la vez que englobaba las áreas de las Flonas estableciendo, una vez mas, los límites de la llamada Área Indígena del Alto Río Negro, conforme al deseo de los indios. La FOIRN reitera delante de las autoridades su reivindicación de demarcar el Alto Río Negro como un área única.
•1993-95: La propuesta de revisión administrativa de las Tierras Indígenas en el Alto Río Negro continua siendo tramitada en el Ministerio de la Justicia, pasando por diversas negociaciones con los sectores militares, hasta que finalmente, entre diciembre de 1995 y mayo de 1996, el Ministro declaró el área de posesión permanente de los indios y delego a la FUNAI la demarcación administrativa de cinco (5) Tierras Indígenas contiguas en la región del alto y el medio Río Negro.
•1996-1998: La FUNAI renuncia a la administración directa de la demarcación, y la FOIRN pide oficialmente al Instituto Socioambiental (ISA) que asuma dicha responsabilidad. La FOIRN e ISA formulan un proyecto para la consolidación de la demarcación, y un plan de protección y fiscalización del área. Las actividades de demarcación son realizadas entre abril de 1997 y abril de 1998. Finalmente, el 15 de abril de 1998, durante la Sexta Asamblea General de la FOIRN, el Ministerio de Justicia entrega los decretos de homologación de las cinco (5) Tierras Indígenas demarcadas, lo que fue conmemorado por los líderes como una victoria histórica.
Concluida la etapa de demarcación, la FOIRN y demás asociaciones afiliadas, con apoyo de varias compañías aliadas, se dedicaron al gran desafío de construir para la región del Alto y Medio Río Negro, un programa de etnodesarrollo a largo plazo con actividades de protección, fiscalización, capacitación técnica, expresión cultural y sostenibilidad de las comunidades indígenas (manejo agroforestal, piscicultura, comercialización de artesanías y otros productos, fundación de escuelas indígenas, capacitación de agentes indígenas de salud, publicación de trabajos de autores indígenas y otros). Si quiere saber mas a este respecto, diríjase al ítem Programa Indígena de Desarrollo Sostenible.
Ecología y manejo indígena de los recursos naturales
En todo el mundo, el río con mas aguas negras es el Río Negro. Los especialistas caracterizan esta agua como extremadamente ácidas y pobres en nutrientes. Las tierras que drenan son de suelos muy pobres y lixiviados. Dicha pobreza en nutrientes influye en la vida de los peces que, para poderse mantener, obtienen la mayor parte de su alimentación de materia orgánica proveniente, principalmente, de las márgenes de los ríos (varios tipos de insectos, frutas, flores, hojas y semillas). Todo lo contrario sucede en los ríos de aguas blancas, los cuales son ricos en nutrientes, como el caso del río Amazonas y el Solimoes.
Las condiciones del ambiente fluvial de las aguas del Río Negro, también influyen en la composición de las especies de peces. A pesar de algunas de gran tamaño, como el pirarucu, los ríos de la cuenca del Río Negro se caracterizan pon un gran número de especies menores, cada una de las cuales con un pequeño número de individuos.
La cuenca del Río Negro presenta cierta variedad de vegetación. Los principales tipos son: bosque de tierra firme, que ocupa tierras mas altas y no inundables; catinga amazónica, que es un tipo de floresta baja, arbustiva, que varía entre seis y veinte metros, crece en suelos con mucha arena blanca, es inundable cuando hay lluvias fuertes, en su forma mas pobre es constituida de arbustos mas bajos (tres a siete metros) y esparcidos que se intercalan con vegetación rastrera; vegetación de igapó, la cual pasa la mayor parte del tiempo inundada (de siete a diez meses por año), posee un número menor de especies, es comparada con el bosque de tierra firme, aunque es mas diversificada que la catinga; y el chavascal, un área de vegetación localizada en las márgenes de los ríos, que permanece inundada durante todo el tiempo.
Esa diversidad de paisajes naturales en el Alto Río Negro, tiene una relación directa con la distribución y disponibilidad de los recursos naturales importantes para la vida de las poblaciones de la región (caza, pesca, fibras y pajas para la construcción de utensilios, tierras fértiles para la agricultura, etc.) Las áreas de la catinga amazónica, de igapós (donde los peces desovan), además de los chavascales, son totalmente inapropiadas para las actividades agrícolas. Por ejemplo, la yuca brava, una planta perfectamente adaptada a las características y limitaciones ecológicas de la región, no se mantiene en un terreno pantanoso. Por esa razón las chagras, o pequeñas áreas de cultivo indígena, son establecidos en terrenos abiertos, iluminados y en tierra firme.
Es particularmente notable la gran variedad de tipos de cultivo de yuca entre las poblaciones, lo que hace de la región un polo de alta agro-biodiversidad. En las chagras indígenas del Alto Río Negro, las tonalidades de follaje y las diferentes etapas de crecimiento de la planta de la yuca, revelan un sistema complejo. El elemento central de manejo en este sistema, se esta volviendo la conservación de la diversidad como un valor en si mismo, ya que no existe una relación directa entre el uso de una cierta variedad de yuca y un determinado producto (fariña, mingao, chicha, condimentos, etc.). De esta manera, comienza a hacerse referencia a un encuadre y una lógica opuesta a la agricultura moderna, la cual privilegia la homogeneidad y la productividad del cultivo.
La conservación de tal diversidad, es concebida como un bien colectivo que hace parte de un referencial cultural común que se expresa, por ejemplo, a través de los mitos de origen de la agricultura o de las plantas cultivadas. Además, tiene un valor patrimonial, y su circulación responde a las reglas colectivas.
Los igapós, donde los peces desovan, son áreas de reconocida productividad pesquera, razón por la cual son preservados por los indios. Las áreas de igapós también son ricas en lianas y árboles de caucho. Por otro lado, las áreas de catinga son fuentes de pajas, caraná, sororoca, etc., materias primas para los tejados de sus casas. Por último, las breñas, aquellas zonas situadas entre peñas y rastrojo, que son el hábitat privilegiado de pequeños animales apreciados por los indios (cutias, dantas), también son ricas en plantas medicinales. En muchas ocasiones, cuando las breñas ya tienen veinte o treinta años, son reutilizadas por los indios como sus chagras, ya que exigen menos esfuerzo para ser derrumbadas y se secan con pocos días de sol, lo que posibilita su quema mas rápidamente. Las áreas de breña también son valoradas porque en ellas existen especies cultivadas que continúan dando frutos por muchos años, como lo es el chontaduro, el buriti, el caju y la cucura.
Las estrategias empleadas por las poblaciones indígenas, las cuales han sido desarrolladas a lo largo de los siglos de ocupación y experiencia en esta región, les han posibilitado lidiar con la pobreza general de su ecosistema, sin degradarlo ni empobrecerlo, asegurando así el equilibrio ecológico en el Alto Río Negro. Dentro de estas prácticas de manejo cuidadoso y racional de los recursos naturales, se destacan la siguientes:
- La explotación económica de franjas ecológicas diferenciadas, impulsa las relaciones de intercambios económicos y rituales entre varias poblaciones indígenas.
- El énfasis en la agricultura de la yuca brava es realiza a través del sistema de roza, que consiste en talar y desmontar un área de bosque primario o breña alta, dejarla secar y finalmente proceder a su quema. Las chagras plantadas en estos claros, las cuales son productivas entre dos y tres años, son gradualmente abandonadas, aunque en su finalización sean visitadas para la colecta de frutos de ciclo mas largo. Cada familia posee, como mínimo, tres chagras en diferentes etapas de desarrollo, además de continuar aprovechando sus breñas.
- En general, las chagras son establecidas en espacios abiertos de tierra firme, lejos de las márgenes de los ríos, con el objetivo de preservar las principales fuentes alimenticias de origen pesquero.
- La alta especialización de las técnicas de pesca (trampas fijas como paris, matapis o cacuris), y el profundo conocimiento de las estaciones a través de un elaborado calendario astronómico, permiten acompañar y aprovechar el régimen de sequías e inundaciones de los ríos, y los ciclos migratorios, reproductivos y alimenticios de los peces.
Los mecanismos de circulación y redistribución de los recursos naturales entre las fratrías, a través del sistema de alianzas matrimoniales (basado en la exogamia de los grupos hablantes de una misma lengua), así como los rituales formalizados de intercambio de comida y otros bienes (dabucuris) que posibilitan el acceso de los individuos a recursos naturales no disponibles en un territorio dado, promueven la explotación económica racional a nivel regional.
Cotidianidad de los indios en el río
Es competencia de los hombres deforestar y quemar el área de bosque primario o breñas viejas para el establecimiento y cultivo de chagras. Después de eso, el trabajo se torna femenino, desde la selección de las variedades de yuca u otras especies cultivadas, hasta la preparación de los alimentos. En el largo trabajo de producir los diferentes derivados de la yuca (fariña, manicuera, tucupi, tapioca, baiji, mingao), las mujeres gastan prácticamente todo el día.
Después de preparar la primera comida del día, las mujeres van a la chagra a recoger frutos, replantar o limpiar el terreno. A veces también van a las breñas antiguas en búsqueda de frutas que continúan produciéndose luego de que las rozas son abandonadas. En casa, las mujeres se dividen entre rayar la yuca, cargar agua del río para lavar la masa de yuca, buscar leña para el fuego, preparar la comida y cuidar de los niños menores. Desde muy temprana edad, las niñas ayudan a su madre, al comienzo apenas entreteniendo a sus hermanitos menores para que los adultos puedan trabajar, y después, ayudando en todo tipo de labores.
Los hombres acostumbran acompañar a sus mujeres a la chagra para ayudarlas a limpiar el terreno, quitar la maleza, y cargar la yuca a la casa. Muchas veces, principalmente en los poblados mas antiguos, las chagras quedaban muy distantes de las casas, lo que implicaba un gran esfuerzo en el transporte de carga. La mayor ayuda masculina es esperada cuando las familias deciden producir mayores cantidades de fariña como reserva, o como excedente para la venta, trabajo para el cual, los hombres contribuyen trayendo grandes cantidades de leña para tostar la fariña. Lo mismo sucede cuando se hace mucha chicha para las grandes fiestas.
La actividad principal de los hombres es contribuir con la otra parte de la alimentación, esto es, pescar y cazar para complementar las comidas. En general, los hombres salen en la canoa todos los días o durante las noches para pescar o cazar. En cuanto a la pesca, esta es una labor que requieren un buen conocimiento del río, de los mejores lugares para pescar, de los hábitos de los pescados y de las técnicas de pesquería. En la áreas de mayor escasez de pescado, es fundamental un buen dominio de estos conocimientos y técnicas. Prácticamente, todos los hombres tienen por lo menos una canoa, siendo muy valorado tener una grande y una mas pequeña para los viajes mas largos.
En cuanto a la caza, algunas veces los hombres salen a cazar a pie, recorriendo grandes distancias en búsqueda de alguna presa con paciencia y atención. Cuando un hombre logra abatir un animal mayor, como una danta o un venado, destina parte de su carne para una comida comunitaria, a la cual invita a todas las personas de su comunidad. Sin embargo, las comidas comunitarias no se restringen a las ocasiones recién mencionadas de comida buena y abundante. Éstas se presentan casi todos los días en la mañana, cuando cada mujer lleva su cesta de casabe, una olla llena de mingao y otra con pescado o quiñapira. En ese momento todos comen juntos, conversan y aprovechan para tomar decisiones de interés colectivo.
Todavía, la división sexual de las tareas del día a día se delimita tradicionalmente. Las mujeres realizan el trabajo artesanal, producen las cerámicas y las cuyas, hilan el tucum para hacer cuerdas; mientras que los hombres se dedican a la producción de los objetos ceremoniales y de toda la cestería (con excepción de las cestas de liana, trenzados por mujeres Makú).
Entre los “indios de río” existen puntos en común, como los equipamientos y las técnicas empleadas diariamente en las actividades de subsistencia (en la agricultura, la recolecta, la pesca y la caza; en los desplazamientos cotidianos y aquellos de larga distancia; en las actividades de procesamiento culinario y de conservación de alimentos, etc.). Por ejemplo, los artefactos usados en la cocina son iguales en toda el área: tipiti (exprimidores de yuca), cumatá (para sacar la goma de la masa de yuca), peneira (coladores de harina de yuca) y bodegones de aruma; rayos baniwa -hechos en el Isana y distribuidos por todas partes; abanos (para voltear y sacar el casabe del horno) trenzados con fibra de tucum o aruma; además de recipientes para el ají y parrillas hechas con diversos materiales.
Las cestas utilizadas para cargar yuca, frutas y otras raíces son variadas de acuerdo al río. Por ejemplo, en la cuenca del río Vaupés predominan los canastos Makú hechos de lianas, los cuales son mas resistentes y producidos de diferentes tamaños, de acuerdo a la edad y a la fuerza de quien los usa. También se utilizan otros tipos de cestas de bejuco titica en los ríos Negro e Isana, además de jamaxis (cestos de hombro) y canastas de turi.
Especializaciones e intercambios
Hoy en día, muchas comunidades también se han dedicado a la fabricación de artesanías para la venta o para el trueque por productos industrializados. Con las misiones salesianas, las mujeres comenzaron a dedicarse a la fabricación –para la venta- de redes, tapetes y bolsas de tucum. Labor que aprendieron en los colegios con las monjas, o con ex-alumnas o profesoras que daban clase en las comunidades.
Actualmente en el Isana hay un aumento en la producción de balayes y urutus (tipo de balay) para la venta. Muchas mujeres baniwa también se dedican a esta actividad. Hay otros lugares donde se encuentran especialistas en la confección de cerámica, objetos de madera-brasil y banquitos rituales.
Desarrollo indígena sostenible
Concluida la etapa de demarcación y homologación de las Tierras Indígenas, la FOIRN (Federación de Organizaciones Indígenas del Alto Río Negro) junto con las asociaciones afiliadas y con el apoyo de varias organizaciones aliadas, se dedicaron al gran desafío de construir un Programa Regional de Desarrollo Indígena Sostenible de largo plazo para la región del Alto y Medio Río Negro, con actividades de protección y fiscalización de las tierras, capacitación técnica, expresión cultural, sostenibilidad y bienestar de comunidades indígenas.
En este sentido, fue realizada una división de zonas socioambientales de manera participativa. Trabajo recomendado por la FOIRN para dar soporte al planeamiento de acciones integradas en las áreas de cultura, salud, educación y actividades productivas. En lo relacionado con las tierras, la FOIRN ha hecho acompañamiento a los procedimientos administrativos para la identificación, delimitación, demarcación y homologación de las Tierras Indígenas Marabitanas/Cué-Cué y Bajo Río Negro, así como a la declaración y homologación de la Tierra Indígena Balaio.
El Programa también incluye la implantación de proyectos demostrativos participativos en las diferentes sub-cuencas de las Tierras Indígenas demarcadas, integrando acciones de saneamiento básico, energía alternativa, seguridad alimentaria, generación de renta, salud, escuela, cultura, comunicación y transporte. Asimismo, vienen siendo realizados talleres de capacitación en las comunidades por parte de técnicos indígenas, de asociaciones y de la FOIRN. Tales talleres abarcan temas como operación de radiofonía y motores de popa, registro de invasiones, documentación en video, actividades de división de zonas, formulación, presentación y gestión de proyectos, entre otros. El Programa Regional también apunta al fomento de actividades productivas tradicionales con vocación de mercado, así como a apoyar iniciativas indígenas de comercialización de bienes y servicios.
En relación con la salud, la situación en que se encuentran las poblaciones indígenas de la región es desfavorable. Recurrentemente se encuentran enfermedades infecto-parasitarias, sobretodo afecciones respiratorias (entre las cuales esta la tuberculosis), malaria, diarrea y parasitosis intestinales. Actualmente, el DSEI (Distrito Sanitario Especial Indígena) del Río Negro está bajo la coordinación de la FOIRN, que ha buscado adecuar el modelo asistencial oficial a la variedad de situaciones socioculturales y epidemiológicas de las comunidades. La perspectiva es que se establezcan procedimientos éticos y jurídicos que aseguren el equilibrio entre los servicios prestados y las medicinas tradicionales, además del incentivo a la formación de profesionales indígenas y al intercambio de informaciones entre investigadores, comunidades y profesionales de la salud. Hasta el momento, han sido contratadas mas de doscientas (200) personas entre profesionales de nivel medio superior, de los cuales el 90% son profesionales indígenas.
Con el objetivo de mejorar el monitoreo de la salud en las comunidades, la FOIRN también viene desarrollando, en alianza con ISA, un sistema de vigilancia nutricional. Por medio del Proyecto “Salud, Nutrición y Medio Ambiente en el Río Tiquié”, es hecha una evaluación del estado nutricional de los habitantes de las comunidades en esa región, a través de mediciones antropométricas en todos los niños y jóvenes en edad de crecimiento (a veces también en los adultos), así como el estudio de las actividades y la alimentación de las personas. El proyecto cuenta con la participación de agentes indígenas de salud, e incluye el intercambio de conocimientos y experiencias entre habitantes de la cuenca del Tiquié y estudiosos de esa región (antropólogos, bio-antropólogos, ecólogos y agrónomos). Para divulgar información sobre la investigación y sobre temas relativos a la salud y la nutrición, son producidos boletines en portugués, Tukano y Tuyuca. A pesar de que la pesquisa es realizada en el Río Tiquié, en términos generales, sus resultados pueden ser extendidos a toda la Tierra Indígena del Alto Río Negro.
En lo que tiene que ver con la educación escolar, el Medio y Alto Río Negro se caracteriza por ser una región con alto índice de escolaridad. Sin embargo, el servicio de escuelas no presenta un concepto diferenciado de educación indígena. Para revertir esa situación, el Proyecto de Educación Indígena en el Río Negro, realizado por la FOIRN en alianza con ISA, que viene funcionando desde 1999, ha buscado elaborar iniciativas de reformulación del proceso de educación escolar implantado en la región desde el inicio del siglo XX por la misión salesiana. A pesar de que la Secretaria Municipal de Educación había desarrollado una red de enseñanza básica en las propias comunidades, incluyendo la contratación de profesores indígenas, las misiones continuaban teniendo el monopolio sobre la enseñanza de quinta (5ta.) a octava (8va.) serie disponible solamente en los centros misioneros y en la sede del municipio (en escuelas del ejecutivo estadual convenidas con la Diócesis Salesiana), hacia donde parte de la población de las comunidades locales eran entonces estimuladas a migrar.
Como contraparte, el Proyecto de Educación apunta a una escuela adaptada a las realidades locales, que forme personas/ciudadanos cuyo perfil sea definido por cada etnia/comunidad involucrada e interesada en el presente y en el futuro de sus pueblos y sus tierras, buscando autonomía política, autogestión del proceso educativo a corto y mediano plazo, superación de la discriminación, fortalecimiento del autoestima de las colectividades y autosostenibilidad económica.
Hasta el momento, el proyecto hizo viables escuelas indígenas en tres puntos geográficos distintos, abarcando la población de la cuenca del Isana, los pueblos del triángulo Tukano en el Vaupés y la población del Río Negro en los alrededores de San Gabriel de Cachoeira. En el Isana, la Escuela Indígena Baniwa Curripaco “Pamáali”, fundada en el año 2000, es la primera experiencia en extender la enseñanza en las comunidades para el ciclo de quinta (5ta.) a octava (8va.) serie. En el Alto Río Tiquié, la Escuela Indígena Tuyuca “Ütapinopona”, reúne cinco comunidades Tuyuca y desarrolla un trabajo de valoración de la lengua Tariana, mediante la realización de talleres pedagógicos para la elaboración de material didáctico en la propia lengua. Ese mismo proyecto de educación y valoración esta siendo realizado con las lenguas Kotiria, Desana y Tukano, de la mano de las poblaciones del Vaupés hablantes de esos respectivos idiomas.
En el tema de alternativas económicas, una experiencia pionera en la Amazonía brasilera ha sido desarrollada por la Atriart (Asociaciones de las Tribus Indígenas del Alto Tiquié), ISA y la FOIRN desde 1999. Se trata de un proyecto de piscicultura, que desarrolla tecnologías de reproducción en cautiverio de especies de peces de la región (como el aracu) y la producción continuada de alevinos para poblamiento de los estanques comunitarios, de acuerdo a las condiciones ecológicas y logísticas de la región.
La primera estación fue establecida en el poblado de Caruru Cachoeira, en el Alto Río Tiquié, y ha vinculado a un grupo de 15 comunidades entre Santo Domingos y la frontera Brasil/Colombia, beneficiando cerca de 550 personas. Dado el éxito de la reproducción artificial de aracu dirigida por el equipo indígena y el número creciente de viveros familiares, además del desarrollo de sistemas agroforestales para la alimentación de peces, el Proyecto fue reconocido y aprobado por el PDPI (Proyectos Demostrativos de Pueblos Indígenas), que financió hasta e 2005 las actividades de mismo.
Dando continuidad a la iniciativa, en el año 2002, una segunda estación fue construida en Yavaraté, para lo que se contó con el apoyo y la administración de COIDI (Coordinación de las Organizaciones Indígenas del Distrito de Yavaraté). De la misma manera que los proyectos de Educación y Salud producen boletines informativos bilingües, el Proyecto de Piscicultura también los produce en lengua Tukano y Tuyuca además de portugués, con el objetivo de divulgar los resultados y saberes asociados a la actividad.
En varias alianzas con ISA, otra obra que ha tenido mucho éxito en el área de alternativas económicas, está siendo llevada a cabo por los Baniwa del Río Isana. En ella, importantes artesanos de cestería con fibras de aruma, crearon la marca “Arte Baniwa” y vienen comercializando su producción en diferentes mercados, con una gran red de tiendas Tok & Stok en la ciudad de Sao Pablo.
Ese conjunto de proyectos en diversas áreas, protagonizados por la FOIRN, asociaciones afiliadas y comunidades, ha contado con el apoyo de asesores e investigadores de varias partes del mundo. Con el objetivo de intensificar ese intercambio de experiencias, competencias y formas de conocimiento, así como de hacer un barrido de las investigaciones realizadas en la región (en las áreas de antropología biológica, ecología, biología, medicina, arqueología, pedagogía, nutrición, etc.), fueron organizados dos seminarios en 2000 y 2002, que permitieron hacer un balance de la producción y trazar directrices para proyectos futuros, con el objetivo de atender los intereses no solamente de los investigadores y la instituciones, sino sobretodo de las comunidades estudiadas.
Los seminarios produjeron y difundieron los fundamentos para el establecimiento de procedimientos básicos en la relación entre indios e investigadores. En primer lugar, se recomendó la realización de un contrato entre la comunidad (el pueblo o la asociación) y la persona (jurídica o no, pública o privada) responsable de la investigación, de manera que las comunidades indígenas en cuyo territorio sea desarrollada la investigación, tengan control sobre el grupo de investigación, sus procedimientos y la destinación del material investigativo y los productos derivados. Asimismo, los investigadores deben comprometerse a repartir los beneficios derivados de la investigación, ya sea por medio de divulgación –de forma accesible- de los resultados, sea por medio de la participación en los recursos financieros que resulten de la explotación económica de eventuales productos, o por cualquier otra forma de contrapartida.
Otra conquista importante de la FOIRN fue el convenio firmado en 2001 con el Ministerio de Justicia para hacer efectivo el proyecto conocido como “Balcón de la Ciudadanía”, que garantiza a los indios su derecho a sacar sus documentos básicos de manera gratuita. Varias embarcaciones llevaron a las aldeas el material necesario para expedir documentos como el RG (Registro General) y la cédula de identidad para el trabajo. Las asociaciones indígenas también están siendo beneficiadas por medio de la regularización de su documentación. El proyecto también promueve un curso para formar agentes de derecho indígena, para lo cual, se reunieron en San Gabriel de Cachoeira 155 representantes de 49 organizaciones indígenas, con el objetivo de esclarecer y discutir cuestiones jurídicas fundamentales, entre las que se incluye la demarcación y fiscalización de Tierra, su cultura y el desarrollo sostenible.
Nota sobre las Fuentes
A diferencia de muchas áreas de la Amazonía, el Alto Río Negro tiene un sólido acervo de fuentes escritas desde el siglo XVIII. Algunos de estos importantes documentos son: los registros de esclavos indígenas transcritos en el libro organizado por Marcio Meira (1994); la crónica de viaje dejada por Alexander Rodríguez Ferreira al final del siglo XVIII (1983 [1787]); el relato de viaje a la región por Alfred Russell Wallace en la mitad del siglo XIX (1979 [1883]); la colección de documentos de gran relevancia para la historia de los movimientos mesiánicos de la región, organizada por el Gobernador del Estado de Amazonas, Tenreiro Aranha, a mediados del siglo XIX (1907); la excelente monografía clásica y de lectura obligatoria -ya traducida al español- de Theodor Koch Grünberg (1995 [1909]), basada en las pesquisas etnológicas realizadas en la región durante dos años al comienzo de este siglo; la crónica del viajero francés Henri Coudreau que recorrió la región en las últimas décadas del siglo XIX, y que es una fuente importante para la historia de las misiones franciscanas; y la obra del padre salesiano Brüzzi de la Silva (1962) que, además de la información étnológica, tiene anotaciones valiosas sobre las misiones salesianas, sus relaciones con los pueblos indígenas y sus concepciones sobre los indios. Hay historias escritas por dos antropólogos que trabajan con todas esas fuentes y presentan análisis de la historia del contacto en el lado brasilero, venezolano (Wright, 1981; 1992) y colombiano (Hugh – Jones, 1981) de la frontera.
Todavía son incipientes estudios sobre arqueología aunque se cuenta con las investigaciones realizadas en el Medio Vaupés por Eduardo Neves (1988). La ecología y los estudios sobre manejo de los recursos naturales por los pueblos indígenas son otra área donde hay una producción creciente, principalmente de los investigadores del Instituto Socioambiental (ver FOIRN/ ISA, 1998). Además de éstos, esta la monografía de Janet Chernela sobre los Kotiria (1993), enfocada en la relación entre la organización social y política de esos indios y el uso de los recursos naturales.
El libro de Berta Ribeiro (1995) es fundamental para la etnolgía de la cultura material. La monografía de Casemiro Beksta es la mejor fuente sobre la importancia simbólica y religiosa de las malocas indígenas. No existe un estudio global sobre la organización social de los pueblos en el lado brasilero, aunque haya varias tesis y artículos sobre la organización social de pueblos específicos (los Tuyuca, por ejemplo). La monografía sobre los Tukano del lado colombiano escrita por Jean Jackson (1983) es ciertamente relevante para la etnografía de los pueblos del lado brasilero.
Hay una producción significativa sobre la cuestión del cambio y transformación cultural e histórica, comenzando con el artículo clásico de E. Galvão (1959), la tesis de Ana Gita de Oliveira (1995), el estudio del milenarismo y de la conversión al cristianismo escrita por Robin Wright (1998); y sobre el movimiento político en torno a la demarcación de las tierras en la región (FOIR/ISA, 1998).
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